Pocos sectores han sido ajenos a la crisis del coronavirus, que ha provocado un derrumbe económico histórico a nivel mundial, siendo todavía más dañino en economías como la española por su alta dependencia del sector servicios. Pese a que el impacto ha sido generalizado, el turismo es, a todas luces, la rama de actividad más castigada.
Un dato que demuestra la elevada afectación del Covid-19 en el sector del turismo es el elevado peso de sus trabajadores en los ERTE por fuerza mayor (ERTE: las estrategias de las grandes redes de agencias). Aproximadamente la mitad de los afectados por estos planes de ajuste temporal corresponden a ramas de actividad vinculadas al turismo.
Del total de empleados incluidos en un ERTE por fuerza mayor, cuya cifra llegó a ascender a tres millones el pasado mes de mayo, un 22% corresponde a la restauración, líder indiscutible. Le sigue el sector de los alojamientos (hoteles en su mayoría, al ser los que generan la mayoría del empleo), que representan el 14% del total de afectados. Entre los sectores con peso de más del 1% en el total de ERTE por fuerza mayor también figuran agencias de viajes (2%), transporte aéreo (2%) y otros medios de transporte (4%).
Estas cifras, difundidas por el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ponen de manifiesto la imperiosa necesidad de prolongar los ERTE por fuerza mayor más allá del 30 de septiembre (Los ERTE se amplían hasta el 30 de septiembre). De no ser así, octubre arrancaría con una oleada de despidos y quiebras de empresas vinculadas al turismo, sector que aporta la nada desdeñable cifra del 12,3% del Producto Interior Bruto (PIB) nacional y da empleo a más de dos millones de residentes en el país.
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