El aeropuerto que por ahora es el más grande del mundo, el de Estambul, la colosal obra de Erdogan, hace aguas por todos lados. No sólo por las denuncias de amiguismo y por su ineficacia ambiental, sino porque el número de aviones que no pueden aterrizar allí por un problema con el viento y la niebla en el lugar en el que ha sido construido es enorme. Los problemas de este tipo son recurrentes y no tienen solución.
Sólo en los primeros días de la semana pasada, vuelos desde Berlín, Basilea, Riga, Gotemburgo, Bremen, Marsella, Edremit y Elazig fueron forzados a aterrizar en Corlu, otro aeropuerto a 100 kilómetros al oeste de la nueva terminal, porque operar en el aeropuerto principal era casi imposible por la meteorología que azotaba el lugar.
Para los expertos, esto noe suna sorpresa porque lo habían advertido desde que el proyecto se presentó públicamente: el nuevo aeropuerto, dijeron, no está resguardado de los vientos del norte que llegan desde el Mar Negro y provocará retrasos. Igualmente, su emplazamiento estará sujeto a cuantiosas nubes bajas y niebla, que no son más que nubes a ras de tierra. Los problemas, dicen los expertos, sólo pueden empeorar.
Algunos pilotos que conocen la zona dicen que el problema empezará en invierno. Ahora, el aeropuerto apenas lleva un mes abierto y no ha tenido verdadero mal tiempo. Pero a partir de octubre las cosas pueden empeorar. Esto, dicen algunos, es probablemente la razón por la que se retrasó la apertura prevista para antes del invierno. Los problemas serán costosos para la economía de las aerolíneas.
El anterior aeropuerto de Estambul se encontraba en el lado europeo, al norte. Pero ha sido retirado del servicio. El tercer aeropuerto de Estambul, Sabiha Gokcen podría ser una alternativa al nuevo, pero la ruta no permite a los aviones que no pueden aterrizar llegar hasta allí. De modo que la única solución, muy costosa por el trayecto a realizar, es volar a Corlu, lo cual tiene problemas importantes.
En 2014, un informe de la Cámara de Ingenieros y Arquitectos de Estambul explicó que el emplazamiento escogido para el nuevo aeropuerto podría generar incontables problemas por el microclima habitual en esa zona. El informe decía que en un año normal el aeropuerto sufre hasta 107 días de tormentas serias y 65 días de espesa niebla, debido a su emplazamiento en relación con el Mar Negro.
No os riáis, aquí hemos construido aeropuertos en Ciudad Real o Córdoba.
O en Los Rodeos, que ahora llaman Tenerife Norte para que no nos acordemos de su chapucera situación, que sólo beneficia a la burguesía lagunera.
Al rico enlace vía Estambul para panolis.