En economía, especialmente en Bolsa, todo es relativo, todo se tiene que comparar con otra magnitud. Es el caso de IAG, el grupo aeronáutico al cual pertenece Iberia, junto con British Airways, Aer Lingus, Vueling y Level: hoy la compañía vale un 93 por ciento más que hace un año, lo cual es importante, aunque aún quede mucho por mejorar, dado que hace cinco años el valor era un 30 por ciento más alto que en la actualidad (La matriz de Iberia se dispara en Bolsa por la venta de Ita a Lufthansa).
Si consideramos el precio de la acción en septiembre de 2022, cuando apenas se empezaba a ver el final de la pandemia, el valor se ha triplicado. Y, más importante desde el punto de vista del accionista, el grupo reparte dividendos una vez más.
En el complicado mundo del análisis de valores, IAG tiene un valor 7 en la ratio entre precio y beneficios, lo cual se considera muy poco. Sin ir mucho más lejos, Easyjet tiene una ratio de 9, que es sustancialmente mejor. Lo que invita a pensar que el grupo aún tiene un camino por recorrer.
La aviación es un sector económico volátil. Bastan unas pocas situaciones fuera del control de los responsables para que los beneficios sufran: variación del precio de combustible, inseguridad en algún mercado clave, un siniestro, una epidemia, un impuesto nuevo por parte de un gobierno, etcétera. Por eso la dificultad de hacer que el inversor se confíe. Especialmente cuando los dos rivales más importantes, Lufthansa y Air France, hoy están teniendo peores resultados.