Joany es un cubano que emigró a Berlín hace diez años. En la capital de Alemania se fue labrando un futuro en el mundo del turismo a base de quitarle horas al día. Este habanero del reparto (barrio) de Alamar llegó a crear una modesta empresa de transporte de turistas, Transtur, con confortables guagüitas de lujo.
Con Transtur, Joany se hizo autónomo y empezó a disfrutar de las excelencias que propicia el mercado libre de empresas y el trabajar en una ciudad que registra anualmente un gran crecimiento en pernoctaciones hoteleras. Todo le marchaba sobre ruedas (nunca mejor dicho) hasta que estalló el caso Transhotel.
Y es que el concurso de acreedores de la empresa de los hermanos De la Cruz le dejó a deber un pico que ha estado a punto de llevárselo por delante. “Porque 34.000 euros no es nada para una cadena hotelera pero sí es mucho dinero para un empresario tan pequeñito como yo”, comentó Joany a preferente.com la víspera de la ITB.
Este cubano de la diáspora lleva como puede la secuela del despropósito de una empresa que se iba a comer el mundo y que con sus delirios de grandeza acabó en suspensión de pagos. Joany ha encontrado la comprensión de colegas a los que había subcontratado servicios para Transhotel y cuyas deudas está abonando con horas de trabajo.
El caso de Joany, quien se enteraba de lo que acontecía en la casa de los De la Cruz a través de preferente.com, salpicó también a otras empresas españolas de transportes de tamaño similar a la del cubano. Es el caso de un catalán propietario de otra compañía, a la que Transhotel le dejó igualmente a deber varias decenas de miles de euros.
En los medios solo han trascendido las heridas dejadas por Transhotel entre sus empleados y en los grandes y medianos grupos, pero nadie ha hablado y escrito de las empresas pequeñas y autónomas que han sufrido mucho en proporción a su volumen de facturación. Ojala todas lo estén superando como lo está haciendo Joany.
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