La prensa generalista se ocupa cada vez más del Turismo. Tiene su lógica porque el sector representa en gran manera el crecimiento o desaceleración de la economía española y su impronta tiene una incidencia brutal en el Producto Interior Bruto del país.
Así, el pasado martes, EL PAIS, uno de los rotativos de referencia cuatro décadas en la España democrática, que ha vuelto a ser progubernamental (está en su derecho), titulaba un comentario editorial “TURISMO: CAMBIO DE CICLO”.
El trabajo, aunque sin firma obviamente, ha debido ser redactado por un experto económico y a la vez especialista en los asuntos que nos atañen. Sostiene que ya no puede caber ninguna duda respecto a que 2018 y 2019 serán ejercicios decisivos para la industria turística española. Hasta ahí ninguna novedad. Subraya acto seguido algo que se percibe igualmente: empieza a notarse la desaceleración en el crecimiento de los turistas alojados –enero a mayo del presente ejercicio aumento un 2% frente al 11% del 2017- y “lo más probable es que esa desaceleración aumente en el 2019”.
El principal argumento utilizado es que países como Turquía, Egipto o Túnez nos prestaron sus turistas durante las graves crisis de seguridad que sufrieron esos territorios…"Pero han vuelto a la seguridad y sus políticas turísticas son más agresivas que la española y, además, tienen precios más competitivos y baratos…".
Lo que propone el editorialista es variar el patrón de crecimiento, algo que ha sido diagnosticado y propuesto por todo el mundo que sabe algo de la materia. Tampoco descubre el Mediterráneo al subrayar soluciones. Es difícil reducir de un tajo y sin una cierta continuidad el llamado “turismo de sol y playa”, preferido hasta ahora por británicos y alemanes y los rusos que se habían incorporado a la tumbona. Esto es, que hay que ir al turismo de “calidad” que debería sostenerse por la seguridad ciudadana, la gastronomía, el enorme patrimonio cultural (esto es de cosecha propia) y las extraordinarias infraestructuras para la práctica de los distintos deportes. Claro, todo esto se escribe más fácil que se pone en práctica. Es difícil en estos últimos parámetros encontrar competidores a nuestra altura.
ACTORES PARA LA TRANSICIÓN.
Estamos todos de acuerdo, diario mencionado incluido, que esta reconversión no puede hacerse de la noche a la mañana. Reclama inversiones masivas, estrategia empresarial compartida y apoyo de las administraciones. Algo que llevamos años reclamando desde estas mismas páginas digitales.
¿Quién puede estar en desacuerdo a la hora de encarar la gran oportunidad que se presenta para iniciar desde ya una transición hacia un turismo más rentable y sostenible?
EL PAIS concluye su editorial afirmando categóricamente que el turismo ya no será el próximo año 2019 un factor de crecimiento y aceleración económico. Esto es, que el relativo estancamiento del PIB nacional lo será en gran parte de la ralentización de la industria turística y sus resultados.
Es difícil contradecir a gentes que se dedican “full time” a los análisis macro y a los sectoriales y que disponen de datos fehacientes al respecto.
Supongo yo (no es mucho suponer, creo) que el nuevo gobierno que todavía vive días de incienso y almíbar habrá tomado buena nota de todo ello. Gran parte de los recursos que van a parar a las arcas públicas –cada vez más necesitadas de dinero por el incremento del gasto a todos los niveles de las cinco administraciones que en ocasiones padecemos-salen de la actividad turística: IBIS, Impuestos de Sociedades, Seguridad Social y un largo etcétera.
A ver, si de una vez por todas, ponemos letra a la música.
Creo que Graciano está atinado en el enfoque a la crisis que ya llega.
Aqui, en mi modesto entender, tenemos un problema, es que aqui se ha vendido y se vende, en general, el turismo de sol y playa, de coste bajo- medio, y cuyas economías se ven afectadas, por crisis económicas, depreciaciones de divisa, por ser sectores en general de baremo bajo y medio, y por lo tanto muy sensibles al coste....(y simplificando, he ahí las consencuencias); cuando ofreces lo mismo que otros, en estos tiempos que da igual volar a A que a B, sucede lo que está sucediendo, y ahora resulta que es mucho más económico ir a otros destinos similares, por no hablar que el sector hotelero se les ha ido la mano, con precios disparatados, -ley de oferta y demanda, supongo-, y a lo bueno todos se acostumbran, pero ahora toca estar a las duras