Los franceses son incompatibles con la economía de mercado. No les va eso de la libre competencia. Pero las aerolíneas compiten y quieren pagar lo menos posible por pasar por los aeropuertos. Pero Aéroports de Paris (ADP) es cara y sigue subiendo los precios, obviamente sin competencia. Hasta ahora: hace unos días, la autoridad de supervisión independiente de los costes aeroportuarios dictaminó en contra de la subida de tarifas que ADP quería aplicar desde el primero de abril. Lo nunca visto, sólo comparable con lo que le pasó a Aena en España hace unos años.
“El aumento propuesto por ADP sobrepasa los costes de los servicios que presta” dictaminó la autoridad supervisora. Pero el procedimiento no está acabado y ADP aún puede presentar alegaciones. ADP tampoco se pasaba: pedía un aumento de tarifas de prácticamente el 3 por ciento anual, que no es una barbaridad pero que es un suma y sigue en una trayectoria que tiene a las aerolíneas muy enfadadas.
Los supervisores afirman que “en el periodo de 2015 a 2017 el volumen de negocio aumentó un ocho por ciento, es decir una media del cuatro anual, mientras que el tráfico de pasajeros sólo subió un tres por ciento anual en Roissy (Charles de Gaulle) y Orly.” La conclusión a partir de aquí es obvia: ADP está beneficiándose como consecuencia de un incremento de tarifas.
Los beneficiarios inmediatos de estas medidas son las aerolíneas, que se encuentran castigadas por estas tarifas. Especialmente el grupo Air France, que descansa fundamentalmente en las bases que tiene en ese país y sobre todo en París, es víctima de estos precios.
Sin embargo, esto no ha acabado y aún queda un trámite de apelación que se tiene que resolver ante la autoridad administrativa y que nunca sabemos cómo puede acabar.
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