Lo bueno de cumplir años es que vas soltando amarras y, con el recibo de la luz y el agua pagados, te hace más libre. Es el caso, o parece, de Antonio Catalán, el navarro que fuera fundador de NH hoteles y ahora está al frente de ACMarriott España.
En una especie de “decálogo” desgranado en un periódico económico especializado, el de Corella dice algunas verdades propias de un empresario ciertamente “atípico” y sustancia algo que muchos de sus colegas piensan y no se atreven a poner sobre el mantel.
Por ejemplo, que la industria hotelera camina ‘magnis itineribus’ hacia la concentración de modo que en un futuro inmediato sólo quedarán grupos potentes con sinergias a nivel mundial. Esto es algo a no olvidar de cara a las pequeñas y medianas cadenas que todavía sobreviven en el panorama patrio.
Lo que más me ha llamado la atención en el “Decálogo AC” es también un hecho realmente relevante: los hoteleros españoles tienen un déficit comercial extraordinario. Dicho y escrito en Román paladino: no saben vender. En ese contexto, el 80 por ciento de las habitaciones son vendidas a través de Booking.
Respecto al controvertido tema de los “apartamentos y pisos turísticos”, Catalán, ese atípico socialista convencido que asiste a las fiestas de Forbes –recuerdo que una vez Felipe González me dijo que ser socialista no significa necesariamente ser tonto–, tiene una tesis que podría dar salida al empantanamiento que sufre el asunto: edificios completos gestionados por profesionales turísticos… “Porque los pisos turísticos son una buena solución para matrimonios y parejas jóvenes
con niños pequeños…”
El gran asunto. “No necesitamos más turistas…Necesitamos mejor precio…” Esta es la cuestión a resolver dentro de la gran estrategia española de cara al futuro. Tema sobre el que se han vertido miles de opiniones y millones de caracteres impresos. Después de mucha controversia y diferentes pareceres empieza a existir una cierta unanimidad en el sector y entre las autoridades a las que incumbe la política turística. Menos turistas, no. Más precio, sí.
Catalán no tiene reparo en enfrentar el problema que amenaza con dinamitar el Estado y la convivencia democrática: Cataluña. No es la primera vez que pone sus puntos de vista a relucir. Ya lo hizo hace algunos meses cuando durante un almuerzo con empresarios en Barcelona acusó al mefistofélico Conde de Godó de hacer el juego al separatismo con sus medios.
“Cataluña camina directamente hacia el suicidio…” Tampoco es que sea una novedad o AC descubra el Mediterráneo con ese titular, pero no está mal recordarlo. El “suicidio asistido” lo saben bien el resto de sus colegas instalados en aquellos predios (especialmente Gabriel Escarrer en plan hoteles y Juan José Hidalgo en plan vuelos) y también en el resto del mundo libre.
Me temo que ni Catalán ni ninguno de los empresarios concernidos tienen la posibilidad de arreglar el intento de voladura del Estado, pero ponen su granito de arena en un asunto que puede llevar a España al precipicio y a su disolución.
Definitivamente, un empresario tiene que ser arriesgado en sus apuestas, determinado en sus soluciones y valiente en sus puestas en escena.
Rara avis este AC.
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