Si usted viajó en este último año al aeropuerto de Londres Luton pudo ver con sorpresa que un hangar todavía seguía luciendo la marca Monarch, con el logo de la compañía aérea que había cerrado hace dos años. En realidad, esto se debía que Monarch Aircraft, la rama de mantenimiento de aviones que tenía la aerolínea, se la había quedado el fondo de inversiones Greybull Capital, para intentar salvarla y operar en el mercado. Greybull Capital era también propietario de la aerolínea que, una vez fue insalvable, se quedó con el mantenimiento (Easyjet restablece la conexión entre Reino Unido y Menorca tras la caída de Monarch).
Pero no hubo manera. Todos los intentos fracasaron y el viernes Monarch terminó de cerrar del todo, al despedir a los 450 ingenieros y otro personal que trabajaba en el mantenimiento de aviones. La consultora KPMG fue nombrada administradora provisional para liquidar los activos de la compañía.
Monarch Aircraft no sólo tenía el reto de mantener sus operaciones sino de ampliarlas, porque el principal cliente que tenía, sus propios aviones, se había esfumado.
Pese a la buena intención del fondo de inversiones, en el reparto de los bienes, parte de las deudas de Monarch fueron heredadas por la empresa de mantenimiento que, ante esta carga, la pérdida del mantenimiento de sus propios aviones y las dificultades para captar nuevos clientes, se vio obligada a suspender su actividad.
Monarch Aircraft había nacido en 1967 para dar servicio sobre todos a sus propios aviones, pero pronto comprobó que su negocio era valioso por lo que lo amplió a más compañías.
Los trabajadores de mantenimiento no son un problema: varias empresas situadas en Gatwick, Birmingham, East Midlands, Newcastle y Glasgow pujaban por quedárselos, dada la escasez de personal cualificado para prestar estos servicios.
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