Nadal, el empollón que despreció al Turismo

El peor ministro de Turismo que ha tenido un Gobierno español en toda su historia, y no solo durante la democracia, tiene nombre y apellido: Álvaro Nadal. La industria más potente del país ha sido si no ninguneada sí menospreciada, marginada, olvidada, por este coquito que se iba a comer el mundo en materia turística por sus altas dotes de inteligencia y que apenas le prestó la más mínima atención a la principal actividad económica.

Nadal, ungido por el poder de su alto coeficiente intelectual, no ha visitado en su tiempo de mandato ninguna zona turística española destacada, tal como hicieran todos sus antecesores sin excepción; no se ha reunido con los gremios relevantes de las distintas zonas turísticas del país, como hicieran uno tras otro desde Fraga a Soria ; y tan solo le ha dedicado un tiempito cuando la situación era inevitable, como Fitur y alguna que otra feria del extranjero.

El abstraído exministro que estaba ausente estando presente, jamás descolgó el teléfono para convocar a los que tanto han hecho por el sector turístico español, una llamadita para intercambiar opiniones sobre la industria líder, un consejo siquiera para quedar bien. Soria era altivo pero al menos se veía o hablaba con los representantes de las asociaciones o acudía a diversos actos. Nadal, sin embargo, flotaba y pasaba olímpicamente de unos y de otros.

En Fitur acudió el último ministro de Turismo de España a varios actos en los que coincidió con diversos colegas latinoamericanos y estos quedaron alucinados por su forma atrabiliaria de comportarse y expresarse en público, al punto de hacer el ridículo en debates como el celebrado en la sede de El Economista o como el que tuvo lugar en el acto de Preferente. ¿Es terrenal este hombre?, se preguntó una autoridad  del otro lado del Atlántico.

Barceló padre, gloria turística en vida, dijo de José Manuel Soria que era cualquier cosa menos ministro de Turismo porque estaba centrado en los otros departamentos ministeriales. Nadal ha superado a Soria, que ya era difícil. Aunque los dos coincidieron en contar con sendas melifluas secretarías de Estado, las peores que ha tenido nuestro país, y eso que el antecesor (Mesquida) de la antecesora (Borrego) de la última (Asían) nunca fue un dechado.

Butler se quedó mudo cuando los ponentes del Foro de Preferente pusieron a caldo al ministro. Sarasola y Riu fueron los más críticos y Escarrer el más escurridizo, pero entre todos los presentes brotó el sentimiento de que el ministro Nadal había pasado de puntillas por el Turismo español. El dueño de Room Mate asegura que habrá un ministro de Turismo único si gana Ciudadanos, o al menos compartido con Cultura. Con Nadal, ministro inane, batimos récord. ¿Nos hace falta un ministerio? Tampoco es un estorbo.