Estas líneas han sido escritas en la siempre atractiva ciudad de Niza, cuyo aeropuerto sirve de puerta de entrada a la mayor parte de la Costa Azul. Tiempo atrás tuve la oportunidad de visitar varias veces la ciudad tanto por motivos puramente vacacionales como para tomar parte en diferentes actividades MICE en su centro de congresos Acropolis. Mis recuerdos asociaban la ciudad a una fuerte demanda de visitantes.
No obstante, tras el terrible atentado que padecieron sus residentes y visitantes, la ciudad ahora no parece ser lo que había sido, turísticamente hablando. Hay una activa vida urbana, protagonizada por sus habitantes porque siempre la hubo. Pero los negocios hotelero y de restauración siguen sufriendo las secuelas de aquel acto criminal.
Y, como dato añadido, que la oficina de turismo ubicada en el antes muy concurrido paseo de los Ingleses esté casi vacía también es un síntoma.
Niza, como Barcelona y como tantas otras ciudades que son destinos de primera y que han sufrido atentados, no se merecen la caída del turismo. Lamentablemente, los terroristas han logrado buena parte de sus objetivos.
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