Series televisivas y el turismo: el caso Chernóbil

Marshal McLuhan lo dejó claro hace más de cuarenta años: “el medio es el mensaje”, inmersos, como estamos, en una aldea global cada vez más pequeña y dominada por la tecnología aplicada.

Si Pablo Escobar, el narcotraficante más famoso de la historia, consiguió poner a Medellín (con su cartel mafioso) en el mapa, producto de su terrorismo y asesinatos en serie, ahora es la tragedia nuclear de Chernóbil (antigua y extinta Unión Soviética), plasmada en una serie a través de una de las plataformas mediáticas universales (HBO) la que ha conseguido aumentar en un 40 por ciento el turismo a la zona.

Vuelvo a insistir que no es la primera vez que esto ocurre. Pero ocurre cada vez con más frecuencia. Los profesionales del markéting turístico deberían tomar nota de ello para llevar el agua a su molino. Me refería antes al caso de Medellín, pero el ejemplo más palmario de cómo la “memoria colectiva” puede poner un destino turístico en el mapa es Vietnam, uno de los países con un crecimiento turístico impresionante.

Todos los casos nos llevarían a concluir que también el negocio turístico y su márketing está cambiando a velocidades vertiginosas. Los modelos tradicionales de promoción están dejando paso a otras posibilidades que impactan directamente en el corazón de las masas. Y ese impacto sólo se produce cuando desgraciadamente la tragedia ha sido brutal.

En España, donde afortunadamente no hemos sufrido tragedias de dimensiones cósmicas (salvo el 11-M), se puso de moda no hace mucho tiempo, por ejemplo, la “ruta de la corrupción” en la Marbella de Gil. Por qué será que lo peor de la condición humana siempre produce morbo. Pero lo sustancial es lo sustancial.

REIVENTAR EL IMSERSO

No me sorprende la crisis en la que está inmerso el Imserso. No se puede poner al frente de nada –ni público ni privado, pero especialmente público–a gente sin la capacitación suficiente. No se puede poner en manos de irresponsables o incompetentes temas que afectan al interés general.

El Imserso, un invento de los gobiernos socialistas de Felipe González, fue un acierto en una doble dirección. Por un lado, en la justicia social de que puedan viajar mayores sin especiales recursos; en segundo lugar, posibilitar que hoteles y agencias de viajes puedan optimizar durante la temporada baja sus recursos. Fue bello mientras duró, si bien las adjudicaciones siempre han estado presididas por la polémica y los litigios judiciales en juzgados y otras instancias.

Ha llegado el momento de reinventar el organismo. Darle la vuelta como un calcetín para ponerlo al día. Harían bien los gobiernos de turno de aumentar las partidas para estos efectos e incluso extenderlo más allá de nuestras fronteras, especialmente en países de nuestro entorno cultural e idiomático donde, además, los empresarios españoles tienen fuertes intereses. Las cosas cuando se quedan viejas hay que epitafiarlas o reformarlas. Apuesto por lo segundo.