Simón Pedro Barceló, copresidente del Grupo Barceló, habla con veneración de su padre, que hoy cumple 90 años. Recuerda que su padre era hotelero porque la familia pasaba los fines de semana en un hotel de la Playa de Palma. De los logros de su padre, Simón Pedro Barceló destaca, entre otras cosas en una breve entrevista especial para preferente.com, la compra de Turavia; el descubrimiento de Playa Bávaro; la entrada en Estados Unidos, y su histórica 'abdicación'.
Preferente: ¿Qué papel juega actualmente Gabriel Barceló en el Grupo Barceló? ¿Le pide consejo en alguna ocasión?
Simón Pedro Barceló: Mi padre es presidente de Honor de nuestro Grupo, pero sin funciones ejecutivas. Hace ya 25 años, cuando cumplió los 65, y a pesar de encontrarse en plenitud de facultades, decidió apartarse de la primera línea de la gestión de la compañía para dejar paso a la siguiente generación. Le pido consejo en muchas ocasiones, en primer lugar porque, gracias a Dios, mi padre conserva todas sus capacidades. Y no aprovechar su experiencia sería una necedad por mi parte.
P.: ¿Puede contar algún episodio que le impactó de niño cuando fue consciente de que su padre era hotelero?
SPB: Supe que mi padre era hotelero porque toda la familia pasaba la mayoría de los fines de semana en nuestro primer hotel de la Playa de Palma. Eran días felices de juegos y entretenimiento, pero realmente no me daba cuenta de si mi padre trabajaba o no.
P.: De la larga trayectoria de Gabriel Barceló como empresario, ¿qué logros más importantes destacaría?
SPB: Sus éxitos son innumerables pero yo me quedo con sus valores de la responsabilidad y el trabajo duro. También destacaría la compra en 1981 del touroperador Turavia, pues constituyó el primer paso hacia la internacionalización del Grupo Barceló. En el ámbito hotelero, desembarco en República Dominicana con la compra de la finca de Playa Bávaro, un verdadero descubrimiento y cuyo desarrollo hotelero posterior marcó definitivamente un “antes” y un “después” en la actividad de la compañía. Finalmente, la adquisición en 1992 del primer hotel en los Estados Unidos, el Barceló Washington, siendo la primera compañía hotelera española en hacerlo. Y, finalmente, su inmensa generosidad al renunciar a la presidencia del Grupo en 1993.
P.: ¿Hay mucha diferencia entre la forma de gestión de la etapa de Gabriel Barceló y la actual?
SPB: La más importante es la de superar la gran diferencia en el conocimiento de la empresa entre alguien que la ha construido y alguien que la “hereda”. Yo no puedo ni debo ser tan intuitivo como es él.
P.: ¿Cree que la sociedad ha valorado adecuadamente el trabajo que han realizado empresarios como su padre?
SPB: En general, a la sociedad española le cuesta reconocer los méritos ajenos. Y en el caso de las empresarios turísticos, esa postura aún es más destacable. Lo mismo que considero que en ocasiones la sociedad no valora adecuadamente lo que supone la industria turística para nuestro país, también creo que los más destacados representantes de esa industria tampoco han tenido el reconocimiento que se merecen. En cualquier caso, el éxito del turismo en España se debe al apoyo del conjunto de la sociedad española.
El momento clave para la empresa fue la apertura del hotel El pueblo, donde empezó su bonanza de verdad, y por supuesto el salto a Bávaro.