He seguido con interés los debates dentro del Foro “El Turismo Español ante Situaciones Adversas”, organizado por un diario económico de Madrid y en el que han participado diferentes nombres señeros del sector turístico español.
Una de las “estrellas” del evento ha sido Juan José Hidalgo que, como siempre ocurre, no pasó desapercibido y mucho menos ahora que ha pasado el Cabo de Hornos. Sostiene el presidente ejecutivo de Globalia algo elemental: el crecimiento de los países y las ciudades vienen sustancialmente por estar bien comunicados y en ello las rutas aéreas son de todo punto fundamental. Este fue el planteamiento general que nadie discute. Luego vino la letra pequeña: Madrid, por ejemplo, no le hace ni puñetero caso cuando desde distintas partes del mundo recibe ofertas (subvencionadas, se supone) para operar con su ya importante y nada desdeñable Air Europa.
Como también ocurre por lo general las palabras del máximo accionista y primer ejecutivo del Grupo Globalia no han pasado desapercibidas. A favor y en contra. Para un liberal como el que suscribe la palabra “subvención” tiene un corolario interpretativo nada interesante. Creo en la iniciativa privada, con sus riesgos y sus ventajas, donde sí se acierta y se gana, formidable, pero si el riesgo supera al emprendedor, mala suerte. Escrito lo anterior en el frontispicio de este artículo digital tengo que ir, por ende, a la letra pequeña. Las subvenciones prescritas desde el dinero público, esto es, de lo que pagan a través de los distintos tributos el contribuyente y destinadas a causas de economía productiva nunca son caudales arrojados a la basura. Nunca.
Me explico. Si el gobierno de la ciudad o la Comunidad de Madrid subvenciona a una compañía aérea por abrir rutas con destino a otros puntos nacionales e internacionales y esa compañía operadora cumple con rigor sus compromisos, el retorno práctico y real puede ser muy superior a la “subvención” concedida. Por eso, una subvención pública bien entendida, realizada bajo el prisma de la ética y sin ningún tipo de componente raro, lejos de suponer un gasto pasa al capítulo de la “inversión”.
De modo, que sí, pero… sucede que la “subvención” tiene en España muy mala prensa. Y con razón. Por lo general, ha sido un pozo de corruptelas, clientelismo político y amiguismo. En el caso del sector turístico en sus muy diferentes subsectores están “a priori” más que justificadas; con las debidas cautelas, 'of course'.
LO DE AC: ALCALDES Y COMERCIO
También participó en dicho Foro, Antonio Catalán, presidente de AC Hotels by Marriott. El empresario navarro presentó una definición muy acertada acerca de lo que es un alcalde o alcaldesa. “Es el director comercial” de una ciudad. Y no está falto de razón. Un alcalde (sa) es vital para el desarrollo de una ciudad e incluso casi su seña de identidad.
Vamos a poner tres ejemplos al respecto. Málaga tiene un alcalde hace ya muchos años, Francisco de la Torre, que cree en el turismo y ahí están los resultados. Tiene playa, pero no sólo eso; sus reclamos son muchos y han sido creadas de la nada. Ha hecho una ciudad de congresos, cultura, museos, música, cine. Lo ha hecho de la nada. A 'sensu' contrario, el ejemplo peyorativo de las dos principales ciudades españolas, Madrid y Barcelona. Han caminado hacia atrás como los cangrejos después de contar con todas las posibilidades y experiencias de largos lustros creciendo.
Antonio Catalán dijo que el alcalde de una ciudad es el auténtico “director comercial” de la ciudad, la persona que vende a sus representados. Respecto a Madrid, dijo, que era muy complicado tener una alcaldesa de un color político y un presidente de comunidad de otro. Eso no suele funcionar bien para los intereses de los ciudadanos y de sus contribuyentes.
Sería cuestión de tomar nota. Sin 'acritú', naturalmente.
Pues muy liberal el arriba comentarista no debe ser cuando encuentra normal que el Estado, o un órgano suyo, se meta en cuestiones que entran mas en lo económico que en lo social. Y las subvenciones a empresas privadas son mas materia económica que otra cosa. Bueno no siempre, a veces se socializan las perdidas.
Al señor J.J. Hidalgo lo que tal vez le ocurra es que echa de menos aquellos tiempos en que la entonces empresa publica en proceso de privatización con menoscabo de sus empleados, le alquilaban aviones para poder suavizar la situación de su empresa.
Que razonamiento mas profundo el del señor Catalá...cuantas observaciones tan magnificamente y en pocas lineas observadas y relatadas...sería de suponer que al señor Catalá y seguramente al articulista les gustaría mas que la alcaldía fuera del mismo "color" y mandangangarrias que el de la comunidad (a la de Madrid referimonos) para su mas aparentar y cacarear, solo cacarear: progreso.
Mucho progreso que dicen haber traido los del color de la comunidad, por supu con el gran esfuerzo de los contribuyentes y muertes mil por conta y minación. Por cierto, y sin "acritú"...cuando mueran que haras tu. seguir apoyando a los que venden y ningunean a sus representados?