“Son gente joven, sin experiencia”, para muchos convertirse en tripulante de cabina (TCP) de Ryanair significa salir del desempleo. De eso se vale la aerolínea irlandesa. Les “somete” a un sistema de ventas draconiano en el que brindar al pasajero un buen servicio es secundario. La prioridad es “avasallarle” para que compre a bordo. El objetivo es que “suba” su gasto, y a cambio obtener un 10% de comisión “a dividir entre cuatro”, tres TPC y el sobrecargo (Ryanair presiona a los TCP cuando están de baja o no venden a bordo).
Miguel, nombre figurado, se ha desligado recientemente de la compañía. Resume cómo se siente un TCP en la irlandesa. “Se convierten en vendedores ambulantes”, dice quien se declara encantado de una profesión que es “adictiva”, en la que puedes estar bien remunerado y disfrutar si tienes “don de gentes”.
Muchos de los TCP contratados a través de Crewlink y Worforce International que se han rebelado por sus condiciones laborales proceden de “Italia, Eslovaquia, Rumanía, Moldavia o Bulgaria”, además de España. En los vuelos encaran este panorama: lograr comisiones con las ventas, entre ellas el alcohol –en 2015 este "había bajado al 30%" respecto del total de ventas a bordo, según documentación que firma una jefa de base europea, a la que ha tenido acceso preferente.com– y enfrentar “pasajeros problemáticos” que si beben más de la cuenta pueden perturbar al resto del pasaje.
Al respecto, cabe recordar que Michael O’Leary, el CEO, mostraba recientemente su preocupación porque los viajeros ingieran alcohol antes de subir a sus aviones (Ryanair pide la ‘ley seca’ en aeropuertos para evitar que los borrachos vuelen).
Es decir, los tripulantes de cabina lidian con “mantener la seguridad en el vuelo" y priorizar la venta, “usando la discreción y el sentido común" para cuando la situación lo requiere “servir una sola bebida” por pasajero. En cada base hay un “grupo de seguridad” (un piloto, un TCP y un administrativo) para prevenir incidentes, habituales en las rutas llenas de vacacionistas (Aterrizaje de emergencia en París por 20 pasajeros borrachos en un vuelo de Ryanair) (Los pilotos avisan sobre el incremento de pasajeros conflictivos en los aviones).
Tras más de una década en Ryanair en una base europea y dos españolas, Miguel conoce a fondo por qué han protestado este miércoles y jueves los TCP europeos subcontratados que aspiran a estar sujetos a la legislación laboral y sindical del país en el que trabajan, no a la de Irlanda. Se pagó el alojamiento durante tres semanas mientras realizaba el curso para obtener la licencia de aviación irlandesa, 2.500 euros en 2007 --4.000 euros en la actualidad-- que le empezaron a descontar del sueldo (Ryanair hace caja hasta con la formación de su personal). Al final, abonó 1.300 euros. Era un vendedor rentable y recibió bonificaciones. Eso fue al principio.
“La aerolínea favorita” de los europeos, como presume Ryanair amparada por un estudio reciente de la IATA, brinda “consejos” para vender más bebidas y tener a sus TCP todo el vuelo “pendientes” de las ventas mientras “fomenta la competencia” entre ellos. De ello depende el contrato directo. Miguel lo consiguió “a los siete meses”, le tocaron “buenos vuelos”.
MUESTRAS DE PERFUME
Para la venta de perfumes, “nos facilitaban muestras que después rellenas" para mostrar al pasajero, a excepción de los vuelos a Barcelona. “En 25 minutos” había que repartir el folleto de fragancias. En rutas españolas, “un buen mes” ganaba en comisiones 150-180 euros. Las mejores ventas se logran en destinos al Reino Unido o países escandinavos. Para Miguel estaban vetados, ya no era un buen vendedor como en sus inicios. De forma semestral se “controla” quién es el líder.
Las comisiones dependen del porcentaje establecido en cada vuelo y destino. Pero los “buenos” se asignan “por amistad o enchufe o a los que no se ponen enfermos”. Es habitual la formación para conocer “las peculiaridades de los productos; es un lavado de cerebro” continuo.
La mayoría de TCP huyen de Ryanair rumbo al Golfo Pérsico, British Airways, Air Europa o Iberia, las aerolíneas más apetecidas. A pesar de tener un contrato directo, la empresa puede trasladarlos de base sin compensación y cobrando menos si, por ejemplo, les envían a Polonia o Marruecos.
Estos años Miguel se ha considerado afortunado por haber logrado mantener su tarjeta sanitaria española siendo un trabajador irlandés –“se plantearon cambiarnos a la española porque podían pagar menos"--. En las vacaciones obligatorias sin sueldo, “ocho o diez semanas los peores años”, no cotizaban para su pensión. Por su antigüedad, recibía un pago de la Seguridad Social irlandesa que debía "ir a buscar allí”.
A Miguel ya no le descuentan el USC (Universal Social Charge) de su sueldo, “el pago del rescate" que Irlanda pidió a la UE y el FMI por la crisis del 2010. En la ‘low cost’ que acaba de incorporarse tiene contrato español, “un salario por el estilo”, no ha pagado la formación ni la estancia en Londres, vuela por Europa, no tiene objetivos de ventas y en los cuatro meses de inactividad cobrará el paro en España.
Por ahora tiene un contrato temporal, ha ganado tranquilidad, vuela menos horas y no tiene que acarrear con comida y agua para su consumo (Un TCP de Ryanair explota: cobra 6 euros por hora y paga 3 por beber agua). Le permiten elegir su horario, le preguntan si ha comido o cuándo quiere hacerlo y “hasta” le llevan un café. “La “venta ambulante” se ha acabado para él en Easyjet.
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