Que ilusos los que creían, entre ellos el firmante, que lo de Tripadvisor era un caso de fraude aparte. Que ingenuos los que pensaban, entre ellos el autor de estas líneas, que el portal Trivago era serio y riguroso. Y no: sus gestores son igual de defraudadores que los de la web turística más perversa. Ha tenido que ser Facua la que ponga colorados a los del portal de colores. O no. Porque a esta gente del mundo de la revolución tecnológica del turismo les trae al pairo las denuncias, las demandas y las imputaciones.
Se creen superiores al resto de los mortales por el hecho de montar webs originales, y son tan chorizos como los trileros de toda la vida. Mucho ha tardado la asociación de consumidores de España en descubrir las tropelías de los colegas de Tripadvisor.
Y mucho están tardando en llevarlos a los Tribunales, tal cual los británicos. Llevan razón los que sostienen que ya no hay quien pare a los Tripadvisor de turno, que son gigantes tan poderosos que le has comido el coco a los usuarios y, lo que es peor, a los hoteleros. Estos, en vez de denunciar sus fechorías, lo que hacen es promocionarlos.
Poner coto a estos malhechores es tarea imposible, sí, pero algunos no vamos a ceder ante su amplio muestrario de sinvergonzonerias. Son más dañinas que las de los turismofóbicos.
Lo de tripadvisor es simple: ignorar opiniones de usuarios con menos de 10 opiniones. A partir de ahí, el fraude es porcentualmente irrelevante