Unas aves retrasan un vuelo de Thomas Cook con aficionados del Tottenham

Pocos desastres más desastrosos que pagar un vuelo que debió de haber costado bastante más de mil euros ida y vuelta y no lograr ver el partido de los sueños.

Los aficionados del Tottenham compraron los billetes con la agencia de viajes gafada, Thomas Cook. Iban a volar el sábado a las 9.50 de la mañana desde el aeropuerto de Londres Stansted a la capital de España, para ver el partido al anochecer. El vuelo debía de tardar dos horas y cuarto.

Pero el avión se rompió cuando iba a despegar y aparentemente succionó aves en uno de sus motores. Thomas Cook hizo todo lo que pudo para que se pudiera resolver el problema pero, definitivamente, tras varios intentos, no fue posible resolver el entuerto.

Así que Thomas Cook buscó otro avión de reemplazo para cumplir con su objetivo. Finalmente, tras seis horas y media en la terminal londinense, otro avión recogió a los pasajeros y volaron. Pero llegaron a ver apenas unos minutos del final del partido. Ni siquiera el gol.
La compañía pidió insistentemente disculpas porque, evidentemente, no es responsable de la avería. Sin embargo, el lío estaba montado.

Económicamente el vuelo será una absoluta ruina para Thomas Cook porque, dado que el vuelo tuvo un retraso superior a las tres horas, debe devolver el cien por ciento del importe del billete a los viajeros, al menos del trayecto de ida a Madrid.

Además, naturalmente, debe pagar el alquiler del avión de reemplazo, que no era propio y que, tratándose de un día como este sábado, debió de alquilarse a un precio descomunal dada la gran demanda.

Si la compañía no tenía suficientes desgracias, una más que sumar a su economía tambaleante, esta vez sin comerlo ni beberlo.