Comienzan las obras del mega complejo turístico residencial del mar Rojo que promueve Arabia Saudita y que pretende cambiar el modelo económico del país, hoy dependiente del petróleo, por el turismo. La compañía Red Sea Development ha adjudicado el contrato para la ciudad en al que vivirán los trabajadores que lleven a cabo el complejo.
La obra, en sí también una gran obra, ha sido adjudicada a una asociación de una empresa con base en los Emiratos Árabes Unidos y otra, la saudita Al Majal Al Arabi. Las dos empresas construirán cada una de ellas cinco mil viviendas en diez meses, para que los diez mil trabajadores del complejo definitivo puedan vivir en el complejo. Aún así no bastarán porque otros 25 mil trabajadores se alojarán en otro complejo que se ha de adjudicar en breve.
Todo, absolutamente todo en este complejo es descomunal. Su dimensión, evidentemente, va a alterar completamente el mapa del turismo en el Mediterráneo, porque supone la introducción de una oferta absolutamente masiva. Y la pretensión es de introducir la máxima calidad. Ya desde las viviendas de los trabajadores, el proyecto pretende ser diferente. Y el dinero del petróleo y la falta de oposición en Arabia lo permiten.
La mayor parte de la obra para los trabajadores se hará con un concepto modular y prefabricado, que permite el récord de tener la obra concluida en apenas diez meses.
Ya en febrero de este año se puso en marcha lo que se llama el Campo Base, que es una construcción inicial que permite ser usada como punto de referencia. No obstante, la adjudicación de ahora es la que permite empezar a hablar de grandes movimientos de tierra y de verdadera obra mayor.
Las dependencias que se construyen ahora no serán derribadas una vez se haya concluido el proyecto final, sino que serán centros médicos, laboratorio y una farmacia que, habida cuenta de las dimensiones del complejo, ciertamente no podrá ser la única.
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