El Extremo Oriente es un montón de países menores y una potencia descomunal que cada día es más grande. Un estornudo chino constipa a toda la región. Por eso, en Corea del Sur están temblando porque el Gobierno chino ha decidido prohibir a sus connacionales que viajen a ese país a partir de este miércoles.
Por ejemplo, la isla de Jeju, al sur de Corea, tuvo el año pasado un 85 por ciento de sus clientes procedentes de China. Por eso, el impacto será absolutamente espectacular. Hasta el museo de osos de peluche que tienen en la isla prevé que tendrá serios problemas para mantenerse abierto.
La razón del caos estriba en que Corea del Sur ha acordado con Estados Unidos instalar en su país el sistema Thaad de misiles defensivos. Aunque Corea del Sur explica que son armas defensivas pensadas para protegerse de Corea del Norte, China lo considera una agresión y una muestra de belicosidad.
La Autoridad China del Turismo acordó que los agentes de viajes no podrán vender viajes a Corea del Sur a partir de este miércoles, lo que es visto como un golpe brutal al turismo en el sur. Ya durante 2016, como consecuencia de las tensiones, el número de chinos que visitan el sur de la Península había caído un 20 por ciento, pero eso es nada al lado de lo que se avecina.
El Gobierno de Seúl aprobó ayudas de emergencia para los afectados, pero obviamente las medidas no serán suficientes. El impacto también se está extendiendo a la industria y a otras actividades, que son de primera importancia para Corea. Reacciones de este tipo en China son relativamente frecuentes: Japón ya ha padecido estos boicots, al igual de Filipinas y Vietnam.
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