Ya era el país más hermético del mundo, al que las entradas se producían con cuentagotas. Ahora, con el coronavirus, definitivamente acaba de bloquearse, cerrando el único aeropuerto internacional y la línea férrea que la une a China: Corea del Norte está hoy más cerrado que nunca. Ningún turista puede entrar o salir.
Ahora, Corea del Norte, que tiene una frontera terrestre bastante extensa con China, ha establecido además una cuarenta de semanas para toda persona que proceda del extranjero.
Los medios de comunicación surcoreanos informan que de el virus se habría colado en el país, cuyas infraestructuras médicas son conocidas por su precariedad, causando estragos. Sin embargo, los agentes de la Organización Mundial de la Salud en la capital, Pyongyang, han indicado que no han sido informados de ningún brote de coronavirus en el país.
Los medios de comunicación norcoreanos, todos estatales y todos férreamente controlados, informan que agentes de la Cruz Roja se han distribuido por “áreas relevantes” del país para hacer campañas de educación pública y para estudiar posibles síntomas de la famosa enfermedad.
En la ola de hambruna que tuvo lugar al final de los años noventa el país no informó al exterior y además se negó a rechazar ayuda humanitaria cuando, finalmente, admitió que no tenía alimentos. Las narraciones llegadas a Occidente años después hablaban de lotes de personas muertas de hambre por las calles y plazas, sobre todos en las zonas pobres, especialmente el noreste del país.
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