El último ránking del ICCA (International Congress and Convention Association) no ofrece lugar a dudas: Madrid se ha convertido en la tercera ciudad del mundo en el aparatoso negocio de realizar convenciones y congresos. Es una magnífica noticia. Barcelona ha sido desplazada precisamente por la capital de España cuando tradicionalmente no tenía rival en el mercado interior español.
No quiero entrar en razones que algunos lectores les podría parecer “políticas”. Simplemente, me limito a constatar la realidad: la ICCA ha dado luz verde a Madrid para liderar el ranking mundial después de París y Viena.
Lo anterior enlaza con un post que publiqué en este mismo medio a propósito del Palacio de Congresos de Madrid, situado en el corazón mismo del Madrid moderno, justo al lado de un icono mundial, el estadio Santiago Bernabeu. El Palacio de Congresos lleva diez años cerrado, incomprensiblemente, absurdamente, estúpidamente.
Hilario Alfaro, presidente de Madrid Foro Empresarial, viene insistiendo en la reapertura de ese edificio (ahora mismo con ratas en su interior) para colocar a la capital de España en el mapa. Se necesita imperiosamente para relanzar Madrid, ubicación que sería compatible con la apertura de hoteles de alto standing como demandan los nuevos ricos chinos, americanos y europeos.
El Palacio de Congresos de Madrid (que fue sede del Mundial 82 y cuartel general en las sucesivas primeras elecciones democráticas en nuestro país) es propiedad del ministerio de Industria y Turismo cuyos sucesivos titulares –unos cuantos en los últimos diez años– han preferido dejar en el alero un asunto clave para el turismo de congresos madrileño y que, además, tampoco costaría tanto. Hay ofertas privadas para llevar a cabo las remodelaciones tanto internas (AENA) como exteriores, una de marca francesa que es líder mundial en eventos de congresos y convenciones.
Nadie mueve ficha. Al menos hasta ahora. ¿Por qué? Se trata de un asunto de la máxima prioridad turística a todos los niveles, especialmente, para el nivel del turismo que Madrid necesita. No se sabe a qué persona, hombre y mujer, el presidente Sánchez pondrá al frente de los asuntos turísticos estatales.
Pero los empresarios, el nuevo ayuntamiento de Madrid y, por ende, el nuevo gobierno de la autonomía madrileña deberían abordar a la mayor brevedad posible un plan para que el ministerio de Industria deje libre, por fin y de una vez por todas, ese asunto y firme los pliegos que haya que firmar. El asunto, por podrido políticamente, está costando un montón de millones en su degradación y al mismo tiempo un lucro cesante que ni el Estado ni la ciudad de Madrid pueden permitirse.
Lo curioso es que la gran prensa convencional madrileña no hace el más mínimo caso a este asunto que de haber presión ante las autoridades políticas duraría menos de una semana en solucionarse.
Lo mismo debería hacer la iniciativa privada. En España hay profesionales de la cosa suficientemente preparados para llevar a cabo, en primer lugar, la remodelación de un palacio de congresos absolutamente vital para Madrid. En segundo lugar, porque la optimización de un centro de esa naturaleza tendría una fuerza económica vital para los intereses de Madrid.
Esperemos que, por una vez, la llave política esté engrasada y más que nada abra la puerta de la sensatez que tiene urgencia.
Es una necesidad vital contar con un Palacio de Congresos en el centro de Madrid.