España no para de gastar en trenes de alta velocidad, con estaciones fastuosas, con vagones en los que hay conexión wi-fi de alta calidad, con túneles millonarios que permiten ahorrar unos pocos segundos en un trayecto importante. Sin embargo, viajar en tren de Oviedo a Santander, un trayecto de 193 kilómetros, supone 5 horas en uno de los dos únicos trenes que unen estas dos capitales de provincia. Esto cuando el servicio funciona correctamente, cosa bastante infrecuente. La velocidad media en el trayecto es 38 kilómetros por hora.
Si el viajero, en cambio, prefiere ir a El Ferrol, en el sentido contrario, los dos únicos trenes que unen esas dos ciudades, tardan 7 horas y cuarto para hacer los 262 kilómetros.
Los viajes que en coche tardarían algo menos de 2 horas o 2 horas y media, respectivamente, en el tren regional español se tarda más del doble que en coche.
Sin embargo, las quejas en Asturias no tienen que ver con esta exasperante lentitud, sino con la falta de servicios por problemas debido a cualquier incidencia. Lo último, por ejemplo, ocurrió en noviembre pasado, cuando se informó a los maquinistas de que en 90 puntos de estos trayectos debían reducir la velocidad más de lo habitual, por las malas condiciones de la vía. En algunos casos, la velocidad máxima permitida es de 10 kilómetros por hora.
Cada vez que una infraestructura presenta problemas, en lugar de gastar en resolver los problemas, se limita la velocidad. El túnel Llordón, por ejemplo, tiene limitación “temporal” de velocidad desde noviembre de 2011. En un tramo de la vía a Cantabria, limitado a 80 kilómetros, la vía se ha deformado y la velocidad se redujo a 30, pero hace dos años un tres descarriló al ir a 32 por hora.
La inversión en la red de ancho métrico (antes operada por Feve, hoy integrada en Renfe, pero aún con una operativa separada) ha ido cayendo desde los escasos 11 millones de 2012 a los 4 en el 2013, menos aún en el 2014 y finalmente 1.1 millones en 2015.
Las protestas se suceden en toda la cornisa cantábrica: falta de revisores, retrasos y averías ocultan que, encima, si las cosas fueran bien, la velocidad ferroviaria es bajísima.
Prácticamente todos los medios de comunicación de la región, desde Vizcaya a La Coruña, dedican páginas y páginas a las protestas vecinales y a las constantes denuncias por deficiencias del servicio, que los sindicatos se encargan de agrandar en protesta contra la empresa.
En un país tan dividido como España cosas como en este ejemplo tienen que ocurrir.
¿Por qué en España se construye ferro-vías? ¿Porque hay demanda? En algunos casos sí, pero en otros ya es solo por gastar dinero publico, dar trabajo a gente (en este sistema que tenemos la gente que trabaja es más importante que el efecto de su trabajo), corrupción etc..
El Ferrol no existe. Es Ferrol, a secas. Y desde hace décadas... Igual va siendo hora de asumirlo.
El Ferrol del Caudillo. Arriba España, Juan !
El 3 descarriló porque iba a 32 km/h claramente tenía que haber ido a 33 XD