La Cumbre de Las Américas, que se está celebrando en Panamá, ha dejado la estampa de un simbólico apretón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro, que podría acercar aún más el desembarco del turismo yanqui en Cuba. El consumo que generaría el turismo estadounidense abriría la posibilidad de que una mayor cantidad de cubanos tengan acceso a ganar dinero, lo que cambiaría la pirámide de la sociedad isleña.
Mientras la política estadounidense hacia la isla está enfocada en potenciar la pequeña y mediana empresa privada en Cuba, el Gobierno de Raúl Castro, tiene como meta potenciar las megainversiones extranjeras. Cuba necesita cada año 2.500 millones de dólares en inversiones foráneas para sostener su modelo económico y estimular su crecimiento, según estima el ministro de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, en unas declaraciones recogidas por El Mundo.
Expertos consultados por este diario alegan que “necesitamos mucho más diálogo y debates en el interior de la sociedad cubana, y muchas más vías de comunicación horizontal con posturas que no tienen por qué coincidir con las nuestras”.
Hay también quien considera que el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos se reduce todavía únicamente a un hecho noticioso a escala política. Aunque el nuevo escenario tendrá un significado real para los cubanos de a pie cuando el Gobierno de Estados Unidos levante finalmente la veda al turismo.
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