En todos lados, ocasionalmente, se paraliza la actividad. Pero mientras en Occidente esto lo causa el mal tiempo o las huelgas, en Bali este martes se paralizó todo porque se celebra el Día de Silencio. El 28 de marzo, siguiendo la tradición hinduista, se dedica a la reflexión interior. Eso exige que se suspende el trabajo, el entretenimiento y los viajes, de forma que durante 24 horas no llegan ni parte aviones, se limita el uso de la electricidad y hasta los coches quedan prohibidos en las calles. La televisión suspende sus emisiones durante un día.
Los turistas se han de quedar en los hoteles y sólo mediante unos acuerdos especiales, unos pocos trabajadores mantienen los hoteles abiertos. Pero no se puede caminar ni salir del hotel.
El impacto en el turismo no es importante porque marzo en si ya es temporada baja. Y, además, para muchos visitantes, es todo un acontecimiento ver algo tan intenso, tan excepcional, tan inexplicable en otras culturas.
El director general de AirAsia para Bali explica que “este es uno de los muchos motivos por los que Bali es un lugar turístico único. Es una forma de mostrar cómo la cultura y la religión se han preservado a lo largo del tiempo y que se han mezclado con el mundo moderno”.
En el hotel Four Seasons de Bali, los clientes reciben una notificación sobre lo que pueden y no pueden hacer en este día. La notificación indica que el tráfico de vehículos e incluso peatonal está limitado, y les facilitan algunas actividades en el interior del hotel para que pasen el tiempo.
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