Rara vez un ejecutivo de una de las grandes multinacionales del turismo se sincera como lo hizo este miércoles, al presentar las cifras anuales de su empresa, Thomas Cook, el segundo mayor tour operador de Europa. Se sinceró especialmente sobre España, dándonos datos interesantísimos sobre qué ha ocurrido este verano, el mejor de la historia reciente, y permitiéndonos pronosticar cómo irá 2018 y hasta apuntar al 2019.
Fankhauser, a quien no pareció importarle mucho la caída del valor de su empresa que tuvo lugar el mismo miércoles al hacerse públicas las cuentas, probablemente porque en el fondo las grandes magnitudes de Thomas Cook siguen mejorando y su posicionamiento cada día es más sólido, explicó que todos los grandes como ellos tienen un problema que se llama España. ¿Por qué somos un problema? Porque tanto ellos como sus rivales hoy están en nuestras manos. Porque los turistas se han volcado en España como no lo habían hecho nunca antes. Y eso es un problema porque si el viajero quiere ir a un destino, hay que ir allí y pagar lo que el hotelero de ese destino pide. Lo contrario significa enfadar al cliente y probablemente perderlo. Es decir: la concentración es mala noticia para los grandes intermediarios porque fortalece al interlocutor que puede perfectamente dejar plantado a Thomas Cook e irse a negociar con otro mayorista, que seguramente está también desesperado por más camas.
Por eso, Fankhauser dio un dato tremendo: si históricamente España era el 30 por ciento de todas las ventas de Thomas Cook, ahora, en 2017, ha llegado a ser el 42 por ciento. Esto es un crecimiento en torno al 40 por ciento, capaz de desquiciar cualquier equilibrio de precios. Algo similar, no se engañen, le debe de haber pasado a todos los rivales, porque todos viven el tremendo problema del hundimiento de Turquía, el gran rival del Este, y, en menor medida, de Egipto o Túnez.
Fankhauser continuó con su arranque de franqueza para explicar que aún este año va a haber subidas de precios en la hostelería española, pero que esto no va a más y que para el 2019 seguramente se habrá girado la tortilla y empezaremos el declive. No apunta a que vaya a ser un gran declive, pero sí que estos crecimientos no se aguantan. De hecho, dijo que “la demanda turística para España está cayendo”, o sea que no está tan fuerte como durante este año. Pero aún tardará en contenerse. Si en 2017 los precios subieron en España un 6 por ciento, en este año Fankhauser aún espera otro 10 por ciento más.
Franco y honesto, el director general de Thomas Cook reconoció que no toda esta subida se debía a la tremenda demanda, sino que también los hoteleros españoles han hecho un impresionante trabajo de mejora de su oferta, de su producto. “Hay que ser franco –dijo– y admitir que los hoteleros españoles han invertido muchísimo dinero en la mejora del producto y que no toda la subida de precios se debe a la demanda sino también a estas inversiones”.
Muy bonito por los hoteleros, por España, pero para las cuentas de Thomas Cook o para las de sus rivales esto es un problema. Ellos prefieren tener el producto fragmentado porque es más fácil controlar los precios, porque la negociación es más provechosa. Al fin y al cabo, los intermediario viven de los márgenes que son capaces de negociar y cuando la otra parte se vuelve muy fuerte, las cosas empeoran.
El director general de Thomas Cook confirmó la impresión que se sacó de la feria turística de Londres, de que se está iniciando un camino sólido de recuperación de los mercados turco, egipcio y tunecino, que se habían llegado a hundir casi del todo. Especialmente importante para Thomas Cook es el caso turco, porque sobre todo su filial alemana tiene en este país una parte sustancial del negocio. Este año, naturalmente, ha sido casi perdido para estos tres países, pero Thomas Cook apuesta muy fuerte a que tanto Turquía, donde es el mayorista líder, como Túnez, país al que ha sido el primero en regresar, como Egipto, donde aún quedan problemas por resolver, especialmente en Shram-el-Sheik, puedan retornar a la senda de la competitividad. Grecia y Portugal ya lo han hecho, pero no pueden absorber el tremendo hueco que ha dejado Turquía.
“Mi experiencia me dice que esto está empezando a equilibrarse. En la medida en que Turquía y el este del Mediterráneo vuelven a tener demanda, los hoteleros españoles tendrán que ajustar sus precios para acomodarse a la nueva realidad”. Fankhauser dijo que probablemente, todavía “en la temporada alta de 2018 vayamos a tener precios altos, pero ya vemos algunos indicios que apuntan a que no se mantendrá esta situación y que en 2019, seguro, tendremos un equilibrio entre la oferta y la demanda”.
Thomas Cook espera que este verano España vuelva a ser el 30 por ciento, lo cual no pasa de ser un deseo sin mucha viabilidad, mientras que el mercado turco tiene que crecer. “Allí –añadió– tenemos una clara ventaja competitiva porque somos los líderes. Estamos muy preparados para el resurgir turco y para la competencia allí”.
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