Debaten los expertos acerca de la ampliación de capital del Santander, que si era necesaria, que si está en el radar, que si ha perjudicado a los minoritarios, que pronto se situará en una posición alcista, que es una decisión magistral de la Botín heredera…
Todos escriben y editorializan sobre esta macro ampliación de capital, que 7.500 millones de euros no es moco de pavo, y no solo los diarios salmones, tan sumisos al poder bancario, sino que también los diarios controlados por el propio banco, mismamente El País.
De dudas saldremos en cuestión de días, incluso en horas si no dejan de medrar y olisquear ingenieros -¿o tal vez depredadores?- como Soros, quien acaba de invertir 500 millones, lo que dice mucho acerca de lo que se avecina en la primera entidad del país.
Lo que no tiene vuelta de hoja, lo que no genera duda, lo que no es motivo de debate, es el poco caso que el Santander le viene prestando desde hace años al turismo español, a pesar de ser la primera industria del país y la que más aporta al producto interior bruto.
Alguien podría achacar la indiferencia del primer banco español respecto al turismo por el fallido de Hesperia en su apuesta alocada por hacerse con NH, pero ésta ni siquiera era una operación propia del Santander, sino heredada de uno de los bancos del grupo.
El Santander de Botín no ha apoyado la expansión internacional de nuestras hoteleras, grandes o pequeñas, tal como ha hecho su gran competidor el BBVA, o como hicieron, por este orden, Bancaja, CAM y Sabadell, pero sobre todo las cajas levantinas, que coparon el mercado crediticio.
Por alguna razón que desde fuera resulta incomprensible, los Botín no han creído en el negocio que menos ha padecido la crisis, de ahí que las delegaciones de la entidad en los centros turísticos de primer orden, Baleares, Cataluña y Canarias, apenas sí muevan ficha por el Sector.
Nada que ver con el BBVA, que incluso tiene un comité de consejeros en el que figuran algunos grandes del sector o sus más altos dirigentes y que se reúnen, si no periódicamente, sí con cierta frecuencia para analizar la situación de la primera industria de España.
La entidad presidida por Francisco González es la más comprometida a día de hoy con el negocio hotelero, pues es la que más dinero tiene prestado a las grandes cadenas, desde Barceló a Iberostar pasando por Bahía Príncipe y otras de mayor o menor calado.
El Santander en su día fue el banco de referencia de Meliá cuando operaba bajo las marcas Hoteles Mallorquines y Sol, pero fue a raíz de la salida a Bolsa de la hotelera de los Escarrer que se enfriaron las relaciones, con un comportamiento ético del BS que dejó mucho que desear.
Las relaciones del padre de la actual presidenta con el Grupo Globalia no fue nunca cordial, más bien agría, y el propio Hidalgo jamás tuvo empacho en ocultar sus diferencias con Emilio Botín, al punto un día de encararse a unos directivos del BBVA que confundió con los del BS…
Ni tan siquiera la presencia de Abel Matutes en el consejo del banco -lo primero que hizo Patricia Botín fue remodelarlo- sirvió para que el BS se mostrara más predispuesto a volcarse con la actividad empresarial más importante de España. Sus motivos tendrán.
Al contrario los hunde como hizo Vista Capital con el grupo ORIZONIA