Aena vende la moto

Aena se presentó el lunes pasado en Sevilla con un plan para relanzar el aeropuerto de Córdoba. El documento, sin embargo, me parece que es una joya en el sentido de que consigue llenar muchas páginas sin decir nada útil. Más que vender un aeropuerto, Aena les ha vendido la moto a los andaluces. Tras este plan, estamos exactamente igual que antes, aunque eso sí, con algunas autoridades contentas por lo que les han dicho, que supone abrir puertas a ningún lado.
El plan de marketing –o como quiera que le llamen– contempla algunas frases geniales, propias del guión de una ópera bufa: afirma, por ejemplo, que uno de los factores –como si hubiera dos– para que funcione una ruta aérea, es su rentabilidad. Impresionante. En otro momento dice que hay que hacer campaña en ferias y eventos para que el aeropuerto sea conocido. Otra perla. Pero, al final, no concreta absolutamente nada, porque no hay nada que concretar.
Sí, dice que creen haber detectado una posible línea a Barcelona, Gran Canaria y Mallorca, así como a Francia, Alemania y Gran Bretaña. Sí, claro, obvio: si hubiera pasajeros, probablemente Barcelona podría ser el primer destino viable. Y sí, Francia, Gran Bretaña o Alemania serían los primeros destinos en el extranjero. No iba a ser Lituania, no.
Con base a estos estudios, o sea a la nada, Aena ha venido financiando los costes de mejora de las pistas y de las dotaciones del aeropuerto, en una muestra de la ausencia de política y liderazgo. La misma ausencia de norte que está llevando a muchas fuerzas vivas de Huelva a trabajar para crear un aeropuerto en esta ciudad, pese a la cercanía de Sevilla y Jerez.
Sería mucho más realista decir que Aena acaba de presentarles a los andaluces un papelucho con el que entretenerlos en su desnortada búsqueda de pasajeros para Córdoba, ciudad que tiene uno de los mejores servicios ferroviarios del país, y que está a pocos minutos del aeropuerto de Sevilla, referente en la región.
Un día, supongo, deberíamos decirles a los ciudadanos que no podemos tener un aeropuerto o un Ave delante de la casa de cada uno, porque es absurdo. Mientras, los seguiremos engañando.