Alex Cruz, al abismo

Todos entendemos bien el negocio de la aviación: su secreto es en un ochenta por ciento una cuestión de costes y un veinte en aciertos en el mercado. ¿Qué ha hecho bien O'Leary como gestor? Controlar los costes a sangre y fuego, cueste lo que cueste. Lo cual no necesariamente significa que el trabajador no se lleve mucho dinero a final de mes, sino que se lo ha de llevar a cambio de una aportación de valor sustancialmente superior. Las aerolíneas que tienen costes controlados son ganadoras; las otras se arrastran por la vida. 

¿Por qué hay aerolíneas con costes muy difíciles de soportar? Porque durante su historia han firmado acuerdos laborales –no sólo salariales, sino también desvinculando productividad de retribución, otorgando privilegios costosos– que hay que respetar. Desandar este camino es tremendamente difícil, salvo catástrofe.

¿Catástrofe? Alex Cruz, el director general de British Airways, debe de haber dado un respingo en su asiento al oír “catástrofe”. “El Covid 19 es una catástrofe” debe de haber pensado, decidido a aprovechar la ocasión para distanciarse de Air France y de Lufthansa abordando de frente el problema de los acuerdos laborales históricos. 

Probablemente por eso ha tomado la decisión de despedir a todo el mundo y volverlos a contratar con otras condiciones. La compañía dice a los trabajadores que no perderán dinero, pero los sindicatos han cogido la bandera contra Cruz y, a decir verdad, hoy están ganando la batalla. No hay político, ni siquiera de derechas, que acepte lo que está haciendo British Airways.

Cruz, y escondido detrás Walsh, saben que este es un momento oportuno, igual que los sindicatos saben que este es un momento inoportuno. Pero, desde el punto de vista de la imagen las cosas no son fáciles. Porque, en realidad, mantener una buena imagen con costes controlados no es fácil. Que se lo pregunten a O'Leary, cuya cara luce los golpes que ha sufrido por la dureza de sus políticas.