El riesgo de Argentina

Argentina es así: en días, un proyecto bien planteado, razonable, serio, puede quedar contra las cuerdas. Es lo que está pasando con el low-cost que ha triunfado en Estados Unidos, en Europa y en Asia, pero que en Argentina está siendo ferozmente cuestionado.

Fly Bondi es la primera aerolínea verdaderamente low-cost que se ha instalado en Argentina. Opera realmente como una low-cost: usa un aeropuerto secundario, emplea una flota única de aviones (B737) y busca sobre todo crear pasajeros nuevos, más que robar a sus rivales los que ya usaban el avión.

Desde que empezó a operar, los sindicatos han venido buscándole los tres pies al gato. Cada retraso, no superior a los de los rivales, es objeto de toda clase de chanzas. Las críticas de los pasajeros cuando hay una avería son magnificadas, como si sus aviones fueran de peor calidad que los de los rivales.

Hace tres días tuvo un problema un poco más serio: al despegar del aeropuerto de Iguazú con destino a Mendoza, uno de sus cuatro aviones operativos tocó con la cola en tierra. El avión tuvo que volver a la pista y el vuelo quedó cancelado. El incidente pudo deberse a un error del piloto o a una mala colocación de la carga en bodega.

No revistió mayor entidad, pero el aparato sufrió algunos daños y los pasajeros se dieron un susto.

Tras ello, Argentina toda ha recrudecido su campaña contra el low-cost. Se ha pedido el cierre de esta y de todas las aerolíneas de bajo coste, se ha exigido el final de todo el modelo. Los pilotos de Aerolíneas Argentinas han comparecido en la prensa para explicar que ellos están entrenados para evitar este tipo de accidentes que, se sugiere, puede deberse a que el viajero ha pagado poco dinero por su billete de avión. En el trasfondo se ve la división del país: la derecha de Macri a favor, el kichnerismo peronista, en contra.

La cuestión es que hoy, a sólo cuatro meses del primer vuelo de Fly Bondi, la imagen de la compañía está muy dañada, con el agravante de que tampoco los precios son muy bajos debido a que el Gobierno no permite que se bajen tanto como la aerolínea habría querido. Hay un precio mínimo que no se ha modificado y que, como no varía, la inflación tiende a anular, pero eso exige años.

Este es el gran riesgo de Norwegian en Argentina. Aún no ha empezado a volar y de pronto el negocio al que quiere incorporarse se encuentra acosado mediáticamente, como jamás habría sucedido en Europa. El entorno es insólito, hostil, complicado. Los tiros son tantos que no hay manera de conocer su procedencia.