Las opciones de Norwegian

Ustedes, si no quieren equivocarse, sigan al dinero. Allí donde van los inversores, allí es donde hay oportunidades; allí de donde huyen, es que huele a chamusquina. Ayer mismo, hubo desbandada en Norwegian, tras saberse que el grupo británico IAG se ha hartado de esperar a ver qué hacía Bjorn Kjos con la compañía y vende las pocas acciones que había comprado para tener un pie en la aerolínea. Se va IAG y, al instante, el valor de Norwegian se hunde. ¿Mensaje entendido?

Lo he dicho aquí mil veces: Norwegian es un buen proyecto, bien concebido, que ha crecido más de prisa de lo que permitían los recursos financieros. Eso ha supuesto endeudamiento, compromisos financieros serios y, por ende, el riesgo de que cualquier traspiés supusiera una crisis. Y, en efecto, los imprevistos se han sucedido: la rentabilidad de las líneas creadas a lo largo y ancho de Europa ha sido negativa, el proyecto de vuelos en avión de un pasillo no ha terminado de funcionar y, como consecuencia, las pérdidas se han descontrolado.

Este es el único error de Norwegian. Pero un error catastrófico.

A partir de ahí, el desafío es encontrar la mejor salida al caos. Las opciones no son muy amplias. Primero, reconvertir la aerolínea, cerrando los negocios ruinosos; segundo, vender a IAG; tercero, buscar otro comprador. Al parecer, Kjos ha elegido la primera opción.

Reconvertir Norwegian supone que deje de ser lo que era. Pasará a ser una aerolínea noruega con muchas conexiones fuera de Escandinavia y con una base en Londres y tal vez otra en París para vuelos transoceánicos con los B787, pero nada más. La presencia en España, Italia, Alemania o Irlanda, archivada. Lo de Argentina, lógicamente, también acabará mal, porque exige mucho músculo para unos resultados que, si llegan, serán a muy largo plazo.

La opción de IAG era la mejor para la marca Norwegian que, probablemente, podría subsistir, seguramente con algunos cambios en su estrategia de expansión. Bueno para la marca, pero para los accionistas a largo plazo no sería lo mejor porque, no se engañe nadie, IAG quería duros a cuatro pesetas.

La última opción también es dudosa: Lufthansa. Porque cuando decimos “otros compradores”, decimos únicamente Lufthansa –Air France no está para aventuras y nadie más en la aviación tiene posibilidades de engullirse a Norwegian. Lufthansa no ha dado muestras de interés y, si lo hiciera, tampoco nos engañemos que no va a comprar por encima del valor.

Ahora, si la maniobra de IAG no ha sido un último aviso, hemos de prepararnos para ver una nueva Norwegian, mucho más delgada, que en un año debería haber acabado con las pérdidas. De lo contrario, su futuro será, más pronto o más tarde, la quiebra.