Antes de analizar los proyectos de Ryanair desde Malta, presentados ayer en La Valetta, no está de más recordar que no hace tanto la compañía de Michael O'Leary hablaba de convertirse en el Amazon de los viajes, donde todo se podría comprar en su portal; y hace más o menos el mismo tiempo, la irlandesa decía que abriría sus aviones a acuerdos con toda aerolínea que lo deseara para llenarles sus aviones en vuelos de largo recorrido, convirtiéndose en un pulmón para los hubs del continente; más recientemente, el propio O'Leary decía que crecería comprando aerolíneas, porque rebosan en cash.
De lo primero prácticamente no ha quedado nada; de lo segundo, tras un único acuerdo con Air Europa, tampoco; y esperemos que lo tercero no sea esto, porque Malta Air era insignificante. Eso, por supuesto, no quiere decir que este nuevo plan vaya a ser un fracaso porque en esta ocasión se trata de volar y captar clientes y en eso sí que Ryanair sabe un rato, pero sí quiero decir que para O'Leary no tendría importancia alguna que en dos años todo haya quedado en nada. Él sabe qué es lo importante (Ryanair) y qué es accesorio (Malta, sus políticos y cualquier aventura en la que no gane).
Ahora el proyecto es volar desde Malta a Africa del Norte. Para ello compró una licencia, la de Malta Air, que prácticamente no era nada, y se ha puesto a trabajar. La intención declarada de la nueva filial de Ryanair es abordar el Maghreb, o Marruecos, Mauritania, Argelina, Libia, Túnez, Egipto y probablemente Kenia, Uganda y Etiopía. Tanzania ya pilla bastante lejos.
La idea tiene sus pros y sus contras. La gran ventaja es que es un mercado virgen, en el que prácticamente no hay servicios aéreos y los que hay tienen precios imposibles. Pero eso no ocurre porque a nadie se le haya ocurrido antes explotar sus posibilidades, sino porque las cosas no son fáciles. En primer lugar, todos los países de Africa del Norte son muy, muy burocráticos. El que menos es Marruecos y, a su modo, también es una pesadilla. En segundo lugar, el poder adquisitivo es bastante inferior al de Europa, incluso al del este de Europa.
La inestabilidad política, social y económica es tan acusada que varios de ellos viven al borde de la rebelión o, incluso, llegan a no tener estado, como Libia. No es lo mismo volar desde Israel que desde Argelia. Lógicamente, algún día todo cambiará, pero es dudoso que eso vaya a ocurrir en breve. Y si los residentes en esos países fueran a viajar más, es más dudoso aún que quieran empezar por ir a Malta, ni siquiera para cambiar de avión allí.
Obviamente, el tiempo dirá. Quizás todo acabe en lo mismo en que ha acabado Easyjet: los vuelos con base en Mallorca, por ejemplo, ahora son operados con una licencia austriaca. Podría ser que al final todo termine en que los aviones de Ryanair en Francia estén matriculados en Malta. ¿Y? Quizás eso sea todo. Y sea lo que sea, no será bueno para Air Malta, la compañía estatal maltesa que queda definitivamente relegada a un papel irrelevante.
El Sr. O'L se convierte en armador de pateras aéreas. ¡Biennn!