Nace una humilde startup

“Somos una startup que está emergiendo. Una pequeña empresa con grandes ambiciones. Es un primer paso y no en vano lo que presentamos hoy es un esquema que habrá que ir adaptando paulatinamente”. “Empezamos un viaje que debe llevarnos a la cima sabiendo que el camino tiene pocas señales y muchas veces parecerá que vamos por mal camino”,

Toda la humildad posible para la presentación de una nueva aerolínea. La intención es ir de menos a más. Buscando nuevos horizontes. Sólo hay un pequeño problema en esta narración dirigida por Fabio Lazzerini la semana pasada en Roma. Un problema que convierte todo el discurso en una farsa. 

Detrás de este proyecto está el gobierno de Roma. Está Italia. Es un proyecto que, como los últimos mil que se presentaron en el pasado, no ha de dar beneficios sino votos. Porque ese es el lenguaje de los gobiernos. 

Fabrio Lazzerini, en efecto, es el director general de Ita, la nueva Alitalia. 

El proyecto consiste en lanzar una aerolínea internacional, que debe dar beneficios a partir de 2023 –en este caso, tras la década en que su predecesora había estado en números rojos, será todo un éxito--.

Para 2025, la compañía pretende tener una flota de 110 aviones, 80 de los cuales serán de nueva generación, con la combinación adecuada de propiedad y arrendamiento; más de un tercio de los aviones se dedicará a vuelos de larga distancia. Para 2020 tendrá unos ingresos de 3.400 millones de euros. Volará a 93 destinos y tendrá 9.500 empleados. Pero empezará con 52.

Interesante: más que duplicar flota en apenas cuatro años, en el contexto actual.

Francamente, Europa no debería consentir esta burla al sentido común.