Les contaba ayer que Niki estaba en el aire. Que esa era la razón para que la mayor parte de los pasajeros de esta aerolínea no recibieran un trato adecuado durante la crisis del pasado domingo, cuando a causa de la nieve muchos aviones no pudieron volar.
Eso era ayer. Hoy ya debemos decir que Niki ha muerto. Hoy mismo se expedirá el certificado de defunción. Niki muere porque estaba esperando desesperadamente la respiración artificial de Lufthansa que ya sabemos que no va a llegar.
Niki era una compañía independiente que se asoció con Air Berlín. El abrazo del oso, porque la alemana se llevaría por delante a la austriaca. Niki se vinculó estrechamente a la compañía berlinesa, tanto en vuelos vacacionales como de negocios. Pero cuando Air Berlín cayó, Niki se quedó al aire.
Entonces se estableció un plan de emergencia para que se mantuviera operativa hasta que Lufthansa se la quedara. Pero la Comisión Europea ha objetado la operación, porque supondría una tremenda concentración de poder en manos de la alemana. De forma que ayer, Lufthansa anunció que renuncia a Niki. Y con ello, Niki se queda sin esperanzas.
Ahora, tras el hundimiento completo de todo el negocio del transporte aéreo vacacional de Air Berlín –atención, porque este asunto es muy importante para España–, nos encontraremos con que: primero, Eurowings aparece como el único operador herededo de este servicio; segundo, Ryanair e Easyjet tienen el campo despejado para el crecimiento; tercero, Tuifly y Condor pueden recuperar cuota de mercado y despejar las sombras que pudiera aún haber en su negocio.
Este invierno, sin embargo, especialmente hasta que se ponga en marcha la programación de verano, puede haber problemas para transportar a los alemanes que viajan a España, especialmente a Mallorca. Son menos que en verano, pero tenían en Air Berlín una garantía segura de servicio. Hoy, en cambio, todo pinta bastante incierto.
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