Si usted había pensado comprarse una aerolínea para hacer de Pepe Hidalgo, esta es su oportunidad. Flybe, una compañía británica con 70 aviones, que opera sobre todo a nivel regional, se vende. Ella misma se ha puesto en venta, porque no hay manera de reconducir su futuro. O sea, esta es la oportunidad de todos los que somos charlatanes de bar y creemos que dirigir una aerolínea está chupado (Flybe cuelga el cartel de “se vende”).
No obstante, no se hagan ilusiones, no será tan fácil. Por dos motivos: primero, porque el propietario, que seguramente bastará con que pague una libra para quedarse con la aerolínea, deberá asumir las pérdidas que este año puede que superen de largo los cien millones de euros y, segundo, porque ya hay novios rondando. Concretamente, dos: el primero es IAG, cómo no, el novio de todas, el yerno perfecto.
IAG es británica, es propietaria de British Airways y de Aer Lingus y, por lo tanto, Flybe sería un negocio complementario para su red de vuelos; el segundo candidato es Easyjet, que también aparece como un candidato para quedarse con Flybe, aunque más dudoso. Habría un tercer candidato que es Stobart Air. Eddie Stobart es un empresario de camiones, que tiene un puerto, un aeropuerto y una línea aérea muy pequeña. Todo lo que Stobart toca lo convierte en negocio, porque es riguroso, se rodea de gente competente y tiene visión. Stobart había hecho una oferta por Flybe, pero después cuando supo más detalles de cómo va la compañía, se retiró, porque todo el mundo entiende que salvarla no será fácil. Pero Stobart podría ser un buen comprador.
¿Por qué Flybe está en crisis? En realidad, la respuesta a esta pregunta es la solución a sus pérdidas. Flybe pierde dinero porque carece de un modelo de negocio. Tanto cubre la línea Edimburgo-Exeter como opera vuelos a Mallorca. Hace de distribuidor de pasajeros en algunos hubs importantes o, al mismo tiempo, pretende competir con Easyjet en vuelos regionales.
Ese es su problema: la falta de coherencia en su operación. Flybe podría perfectamente ser como Volotea, aunque con aviones turbopropulsados. Pero Volotea tiene una filosofía: enlazar aeropuertos de segunda o de tercera con pocas frecuencias, vuelos directos y, lógicamente, precios marginalmente más altos. Si se es coherente, el proyecto sale adelante. Si se actúa con oportunismo, se termina incurriendo en costosos errores (Flybe: la compañía británica pierde dos tercios de su valor en un mes).
Ya ven qué fácil es opinar, pero no haré una oferta porque no quiero que se descubra que quizás en estos razonamientos haya un fallo que me arruine.
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