Ryanair: la explicación mutante

El primer día, en el comunicado en el que se anunciaban las cancelaciones de vuelos, Ryanair dijo que no estaba cumpliendo con sus objetivos de puntualidad y que, por ese motivo, se veía obligada a suspender el dos por ciento de sus operaciones hasta noviembre.

Pasó el fin de semana y, como nadie entendía cómo la suspensión de vuelos resuelve los problemas de puntualidad, el lunes la aerolínea irlandesa tuvo que reconocer que la decisión no tenía nada que ver con la puntualidad, sino que se trataba de un problema con las vacaciones de los pilotos. Por activa y por pasiva, O'Leary, el director general, y Jacobs, el jefe de Marketing, nos aseguraron que era un problema de acumulación de días libres y que, como se habían equivocado al planificarlo, con estas cancelaciones se resolvía el conflicto.

La prensa publicó ampliamente que todo eso era una patraña, porque en realidad el problema es que Ryanair no tenía suficientes pilotos para operar sus servicios, debido que ha perdido 700 en los que va de año. Lo negaron con tanta contundencia, que ahora, tras el anuncio de ayer, la postura de O'Leary se parece a la de un bufón. Porque ayer, la irlandesa anunció que las cancelaciones se extenderán durante todo el invierno, hasta marzo, aparcando veinticinco aviones que inicialmente iban a estar en servicio. ¿Pero no era un problema con las vacaciones que quedaba definitivamente resuelto en noviembre?

Llamativamente, entre las líneas que dejarán de operar todo el invierno está la que enlaza Edimburgo con Stansted, donde Ryanair había entrado hace pocos meses y donde estaba librando una dura batalla con Easyjet, la pionera en estos servicios.

La conclusión de todo este desastre de relaciones públicas no puede ser más obvia: Ryanair no para de inventarse historias para no reconocer un problema muy serio con los pilotos: está perdiendo plantilla, precisamente en un momento en el que está ampliando flota. Esto, en román paladino tiene una única respuesta: hay que poner más dinero sobre la mesa y entonces los pilotos, que como los jugadores de fútbol –y hasta como el propio O'Leary–, no tienen preferencias, volverán a volar con la low-cost. Así se simple, así de sencillo.

Mientras tanto, nos queda la hermosa historia de cómo Ryanair es capaz de mentir ilimitadamente en sus comunicados de prensa. Como todos los demás, claro, pero a estos los hemos pillado.