Unos viajan, otros miramos

En muchos países pobres, los turistas miran (miramos, a veces) a los aborígenes por encima del hombro: mientras unos tienen (tenemos) dinero, son servidos, son atendidos, a los otros sólo les queda trabajar. En ciertos países, esta distancia es abismal, ofensiva. Recuerdo algunos viajes por países africanos en los que es tal el servilismo al viajero que uno llega a molestarse, a sentirse incómodo. Otro es el ejemplo de aquellos países en los que los locales tienen limitado el movimiento y los turistas no. Yo recuerdo en una capital caribeña tener que amparar a unos ciudadanos locales porque la policía iba a por ellos mientras que los turistas quedamos fuera del alcance de sus porras y de su represión.

Algo así sentiré esta Semana Santa cuando vea cómo los alemanes se pasean por las calles de mi ciudad sin que yo pueda viajar. Había comprado un billete para irme de viaje –pasando por los controles de coronavirus que quieran--, pero ayer concerté la cancelación porque los aborígenes lo tenemos prohibido. Podremos mirar cómo los alemanes se pasean a su gusto, pero nosotros estamos castigados.

Estoy contento de que mi autonomía haya llegado a tener bien pocos casos pero me cuesta entender que eso no me permita viajar a mí y sí a los alemanes que están un poco peor que nosotros en esto de la infección.

Vamos, que nuestras autoridades están dejando bien visible que hay gente de primera, los turistas, que disfrutan de sus vacaciones, y de segunda, los locales, a quienes no nos dejan reunirnos, ni viajar, ni aglomerarnos.

Ahora, para el siguiente artículo empezaré a investigar si es que en Alemania no contraen el virus, si es que esto es sólo un problema de españoles. Esto lo explicaría todo. Si no fuera así, me queda una única conclusión: nuestros gobernantes tienen un complejo de inferioridad propio de líder de una república bananera ante los ‘ricos’ centroeuropeos.

Metafóricamente podrían ponernos en jaulas, como decorado, para que nos echen cacahuetes. Somos un decorado. Es que España sin aborígenes es como Kenia sin leones.