Voloteen

Las nuevas aerolíneas que previsiblemente verán la luz en los próximos tiempos pueden usar el ejemplo de Volotea, que se ha convertido en la iniciativa aérea reciente con los resultados más aceptables. Con ello no se quiere decir que los nuevos proyectos deban imitarla, sino, como dicen los grandes filósofos orientales, “buscar lo que buscan ellos”. La idea básica que sustenta el emprendimiento es la clave de un negocio, más allá de una gestión correcta o fallida. Y del ejemplo de la aerolínea de Ros y Muñoz pueden extraerse varias conclusiones. La primera es que conviene acotar todo lo posible el nicho, y atacar rutas con escasa competencia. La aviación es una industria con altas barreras de entrada, donde para desbancar a los grandes operadores hace falta un volumen impensable para una compañía en sus inicios. Volotea, con un proyecto aún modesto, ha conseguido en solo un año ser la tercera aerolínea de Venecia y Nantes, ocupando de media dos de cada tres asientos ofertados. Otro punto a destacar es el de la diversificación geográfica, pues al no depender de un único mercado, las garantías, tan imprescindibles en la aviación, crecen. Parte del éxito este año de Vueling ha sido fruto de que hace año y medio decidieron ir a fondo a Orly y a Fiumicino, donde en agosto fueron la segunda y tercera mayor aerolínea de ambos aeropuertos, respectivamente. Y parte del declive de Iberia ha sido su dependencia de Madrid, aunque en 2012 haya mantenido ingresos. Nicho, y diversificar, entendiendo esto último como buscar asentarse en dos o tres países, con enfoque internacional, pues el negocio aéreo cada vez entiende menos de fronteras.