Las crisis imponen cambios. Otra cosa es que sea fácil ponerlos en práctica. Nunca lo es. Ni a título personal ni colectivo. Hay que modificar comportamientos, adaptarse a escenarios inéditos, desprenderse de rutinas adquiridas y buscar soluciones nuevas. Nos vemos obligados a esforzarnos de nuevo para aprender a resolver problemas que ya creíamos superados. Da igual lo necesario que sea, cambiar nunca resulta fácil porque siempre genera dudas y provoca vértigo e incomodidad, pero resultaría insensato permanecer impasibles cuando todo cambia a nuestro alrededor. En momentos así, en situaciones como las que ahora atravesamos, no vale con mirar para otro lado. Como dijo Martin Luther King: “La verdadera medida de un hombre no la da su actitud en momentos de fortuna o bienestar, sino cuando se enfrenta a las adversidades de la vida”.
Como gestor aeroportuario, Aena Aeropuertos tiene la misión de ofrecer instalaciones y servicios con objeto de que las compañías aéreas puedan llevar a cabo el transporte aéreo de pasajeros y mercancías. Esa es nuestra obligación y, del primero al último de los más de once mil empleados de Aena, trabajamos cada día con el objetivo de que esas instalaciones y esos servicios sean los mejores. Porque somos plenamente conscientes de la importancia de nuestra actividad como actores fundamentales de la que probablemente sea la mayor industria de España, el turismo, y, con toda seguridad, nuestra mejor baza competitiva como país a nivel mundial. Aena nunca ha eludido esa responsabilidad. Cuando el tráfico aéreo crecía en España muy por encima de la media europea (el 5,8% anual desde 1980 hasta 2007), se realizó un enorme esfuerzo inversor de 18.000 millones de euros entre 2000 y 2010 para atender esa creciente demanda que beneficiaba a todo el país. Sin embargo, las tarifas aeroportuarias se mantuvieron constantes en términos reales, aun cuando Aena no percibe ni un euro de los contribuyentes y todos los servicios que presta se retribuyen únicamente a través de las tarifas que pagan las compañías aéreas y los usuarios de los aeropuertos. Las tarifas aeroportuarias españolas no sólo no recuperaban costes –el déficit tarifario era superior al 30%–, sino que, además, eran significativamente más bajas que las de sus homólogos europeos. Este binomio de inversiones altas con tarifas bajas ha llevado a un sobreendeudamiento –superior a los 12.000 millones de euros– insostenible en la coyuntura actual.
El cambio era obligado. Aena Aeropuertos sólo recuperará la solidez financiera que le permita seguir siendo líder mundial en su sector si es una empresa rentable económicamente, lo que requiere medidas que garanticen su competitividad y viabilidad. De ahí que en estos dos últimos ejercicios se haya propuesto una actualización de las tarifas aeroportuarias. Pero no sólo. Aena ha llevado a cabo un profundo plan de reducción de costes, de racionalización de inversiones y de diversificación e incremento de ingresos, en especial los de carácter no aeronáutico.
Aún queda camino por recorrer, pero empezamos a recoger los frutos. Gracias a esta profunda transformación acometida durante los últimos 15 meses, es ahora cuando Aena puede permitirse atenuar la actualización de las tarifas a la que le faculta la ley, renunciando a unos ingresos de entre 80 y 100 millones de euros anuales, de 2014 a 2018, para atender las demandas planteadas por las compañías aéreas. El acuerdo recientemente alcanzado, fruto del talante negociador mostrado por todas las partes, es bueno para todos. Para Aena Aeropuertos porque aporta solidez y estabilidad a la gestión de las infraestructuras aeroportuarias en España. Para las aerolíneas porque les permite aumentar su eficiencia y establecer certidumbre sobre el escenario tarifario de los próximos años. Y para el sector turístico en general porque contar con unos operadores fuertes y un gestor aeroportuario sólido y viable contribuirá al impulso de su actividad, que es uno de los principales motores económicos del país, con una participación del 10,8% en el PIB y el 11,6% de los empleos.
Si, efectivamente, nuestra verdadera medida se muestra cuando nos enfrentamos a las adversidades, en Aena Aeropuertos estamos dispuestos a seguir alcanzando todos los acuerdos que sean necesarios para convertirnos en una empresa más fuerte y más sólida, lo que nos permitirá ser, en beneficio de todos, los dueños de nuestro futuro.
"Las AERONAVES nacionales podrán hacer uso para la navegación del espacio aéreo español..."
Así empieza el art. 2 de la Ley de Navegación Aérea, poniendo a disposición de los españoles su espacio aéreo. Las AERONAVES no las compañías son las que pueden circular por nuestros cielos. El directivo tóxico de Aena no entiende que algunos ciudadanos que no son compañías de transporte aéreo también tienen derecho a volar y por eso estos directivos, que sabrán de discursos pero no de volar, resultan repelentes para muchos conciudadanos que ven como desde sus puestos no solo no facilitan el uso del espacio aéreo si no que ponen todo tipo de trabas.
Resulta que no podían poner puertas al campo pero se las ponen al cielo.
Aena es un chanchullo de los poderosos, siempre lo ha sido y mientras no cambiemos la manera de entender las relaciones comerciales y humanas, cosa que pienso que está sucediendo(pese a la resistencia de los mangantes que dominan el mundo), porque no hay otra solución que racionalizar el mundo que esta en manos de psicopatas avaros, si psicopatas, el que miente es mentiroso, pero el que niega la evidencia es un psicopata.
para cuando wifi gratuito en los aeropuertos españoles?
Por que BA tiene wifi gratuito en el aeropuerto de Nueva York e IB no lo ofrece?
"Este binomio de inversiones altas con tarifas bajas ha llevado a un sobreendeudamiento –superior a los 12.000 millones de euros– insostenible en la coyuntura actual". Esta frase del Director General de AENA resume todo el artículo, mentiras y medias verdades. La deuda actual de AENA no se debe a eso, sino a unos gestores ineptos y, probablemente,algo más que eso, y a unos gastos desmesurados - que debían ser auditados -, es increible lo que han costado la T4, la T2 y la nueva terminal de Málaga. No nos vendan más humo, comparen lo que cuestan terminales y aeropuertos completos en otros paises con lo que han costado aquí y reclamen a los responsables de lo que pasado aquí y, si tienen vergüenza, vayanse.