El alcalde socialista de Adeje es el ejemplo a seguir

Una legislatura más, José Miguel Rodríguez Fraga sigue al frente del principal municipio turístico de Tenerife. Los electores lo han vuelto a reelegir nuevamente como alcalde, y en esta ocasión con más votos que en las anteriores elecciones. En Adeje se vota como en casi todos los municipios: se elige a la persona por encima de siglas.

El éxito de este político radica en que es muy apreciado no solo por los de la ideología que defiende, la socialista, sino que también por parte de los de la derecha y por los del centro derecha ubicados en Coalición Canaria. Así ha venido sucediendo desde hace varios lustros, prácticamente desde que llegó la democracia nuestro país.

¿Y por qué Rodríguez Fraga cuenta con tanto respaldo y en concreto de una buena parte de todos los sectores turísticos de la zona? Porque ha sabido conectar con la gente sin caer en el populismo y porque ha hecho del turismo el santo y seña de su actuación al frente de la alcaldía. De ahí el liderazgo de Costa Adeje en Canarias y en España.

Para el alcalde socialista reelegido por abrumadora mayoría, el turismo es el sector al que hay mimar por ser el motor de la economía de la zona. Esto que en teoría debería ser norma a seguir en muchos municipios turísticos no lo es en la práctica en otros destinos, y así les va tanto a esos municipios como a sus dirigentes y cargos públicos locales.

Rodríguez Fraga considera que en materia de turismo tiene que ir de la mano de los empresarios y de los directivos. Y con ellos va por encima de ideologías y de actitudes en todo tipo de acciones. Además, siempre ha tenido buen ojo a la hora de rodearse de equipos capaces. El último, el dirigido por Rafael Dolado, toda una sorpresa agradable.

Este alcalde ha podido llegar más lejos en el partido y en cargos oficiales de más relieve -de hecho ocupó un puesto relevante en la ejecutiva regional y nacional- pero ha querido permanecer junto a sus ciudadanos, pese a las insidias de macacos carcomidos por el rencor. Es el espejo en el que se podía mirar Podemos y los partidos de izquierdas no moderados.