El calvario mediático de un directivo turístico metido a político, Gijón

Álvaro Gijón dejó el mundo del turismo tres lustros atrás para dedicarse a la política. Entre otras empresas de éxito, Gijón trabajó en Barceló y en Riu. En la hotelera más rentable llegó a ser director de hotel en República Dominicana. En el hipócrita, demagogo, complejo y sórdido campo de la política se cobijó bajo la sombra del controvertido líder del PP palmesano, José María Rodríguez, tan querido en las barriadas como odiado en el propio partido, en la mayoría de los medios y en una buena parte de la sociedad isleña.

Gijón está hoy en el punto de mira de la Fiscalía de Baleares por asuntos aparentemente feos en los que presuntamente estaría involucrado pero de los que aún no existen pruebas contundentes en su contra. En el caso Cursach, por ejemplo, en el que una "madame" le acusa de haber mantenido relaciones con prostitutas pagadas por el empresario "rey de la noche" y haber consumido droga, los indicios de esa jefa de prostíbulo palmesano no acaban de convencer del todo a la Justicia y tiene dividido a los medios.

El diario de más tirada de las Islas tiene serias dudas acerca de las declaraciones y del cuaderno donde la "madame" habría apuntado los días, las horas y las cosas que hizo Gijón y su jefe Rodríguez, además de otros policías supuestamente controlados por el empresario que dominara el ocio nocturno. En un análisis periodístico, dicho medio razona las ambigüedades de la acusación y de sus anotaciones. El argumento más rotundo para el periódico es que nunca en la vida una jefa de una casa de citas ha dado a conocer los nombres de sus clientes.

El segundo diario de Mallorca, sin embargo, viene a dar credibilidad a las manifestaciones de la "madame" parlanchina, en línea con la Fiscalía, con la que siempre está en perfecta sintonía. Mientras el diario más leído no lo cree y aporta datos de amigos que juran y perjuran que un deportista como Gijón nunca podría consumir drogas, el siguiente medio no entra en otras consideraciones que que no sea las de los fiscales. Total, que el anterior teniente de alcalde de Turismo del Ayuntamiento de Palma está en el disparadero.

Hasta tal punto está en el ojo del huracán mediático y político, que su partido, el PP, lo ha arrinconado. En el PP la mayoría no cree que Gijón sea culpable de las acusaciones de esta mujer y de otros asuntos que se les imputa, pero los conservadores ya no quieren saber nada de un compañero señalado por el dedo acusador de la Justicia, de los partidos enemigos, y que encima gobierna en la Comunidad, y de una buena parte de la prensa. Gijón huele mal, y a galeras, como en su día hicieron con Font y otros a los que la justicia acabaron restituyendo.

Gijón estuvo dudando si ir o no en las listas de su partido en las pasadas elecciones. De hecho, tuvo ofertas de trabajo y se reunió con un head hunter para analizar ofertas de empleo de empresas acreditadas. Estaba harto de lo que veía a su alrededor, de la línea de su partido, del odio a su jefe, de las zancadillas, de las traiciones, e incluso, de alguna fobia hotelera. Pero decidió darse una última oportunidad. Seguro que estará muy arrepentido del paso dado. Su lealtad al jefe Rodríguez es uno de sus serios problemas.

Los jueces examinarán el informe de la Fiscalía, analizarán las pruebas que en el caso de la "madame" generan división en muchos ámbitos de la sociedad, y acabará dictando si el anterior teniente de alcalde de Turismo es o no culpable. Pero a día de hoy, y además de la presunción de inocencia, no hay pruebas que desde fuera lleven a pensar que este ex directivo turístico es carne de prisión por la poca consistencia de las acusaciones. Mientras tanto, mientras la justicia se pronuncia, Álvaro Gijón, no está condenado pero sí juzgado.