El cierre de los hoteles de Foxa ha tenido un gran impacto en el sector, pese a ser una noticia esperada en cierta manera. Y es que el estancamiento en las soluciones hacia uno u otro bando de cadenas hoteleras en problemas ha suscitado gran expectación sobre si el cierre de Foxa puede ser el preludio de más medidas así, y suponer la salida al fin de varios años de parálisis, con la anuencia de los bancos.
Todas las cadenas urbanas españolas que tienen deuda se encuentran en una situación sumamente delicada. Desde la más grande hasta la más pequeña. Las ocupaciones han bajado, pero lo peor han sido los precios, que se han hundido. Barcelona ha sido la única ciudad que ha escapado a esta espiral suicida de enorme desplome en los ingresos.
Hasta ahora, los bancos no han intervenido con más determinación porque casi cada mes les cambian las reglas sobre provisiones o requisitos de capital. La puesta en marcha del Sareb parecía que iba a animar por fin el mercado, con los fondos extranjeros muy pendientes sobre oportunidades, pero la indecisión del ‘banco malo’ sobre si tirar los precios o aguantar postergó aún más este parón sin precedentes.
Existen ciudades como Málaga donde hasta un 70 por ciento de su planta hotelera estaría en venta. En otros núcleos urbanos españoles la coyuntura no es muy diferente. Las ciudades sin costa son las que peor lo están pasando, especialmente aquellos hoteles construidos por el constructor de turno enriquecido de la noche a la mañana.
Las deudas no pueden pagarse ahora, pero la mayoría de bancos ha optado por refinanciaciones de dudoso cobro, en lugar de vender barato, a precio de mercado, y apuntarse una minusvalía, dejando así el ‘muerto’ para el bancario por llegar, y salvando una mancha en su currículum financiero de ser quien firmó una quita.
ABBA, Silken, Rafaelhoteles, AC, High Tech, NH o Husa son las cadenas más en boca de todo el sector por sus procesos de refinanciaciones, pero además de la deuda, hay otro problema que pasa más desapercibido, y es el de la renegociación de alquileres, ya que las rentas fijas hoy suponen una sangría sin freno. Como siempre, la banca tendrá la última palabra, pero parece que aún con el precedente de Foxa, las medidas drásticas llevarán tiempo, y serán en casos muy extremos, que ya los hay.
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