El independentismo catalán salpica absurdamente a Vueling y Aena

En dos medios online de idéntico nombre, ambos generalistas y de difusión nacional, uno de ellos considerado como el mejor del país—el de los lectores “más influyentes”--y el otro caracterizado por sus largos titulares y diferenciándose del anterior en que lleva en su marca de cabecera el añadido “digital”, matrimoniaban este miércoles y por separado el independentismo catalán con Aena, el primero, y con Vueling, el segundo.

De los dos, la información de Vueling y la reacción de sus lectores es mucho más llamativa, y preocupante, que la de Aena. Llamativa y preocupante porque se da pábulo a comentarios partidarios de un boicot a la aerolínea como consecuencia de una noticia que no se ajusta a la realidad y que habla de una concesión de los slots de Spanair a Vueling por parte de Artur Mas por el hecho de mantener su sede en Barcelona.

Los slots de las compañías aéreas no están transferidos a ninguna comunidad autónoma: son competencia del Estado del país al que pertenecen dichas compañías y “ luego se ajustan con la IATA a los aeropuertos”, según un experto consultado por preferente.com. Nada tiene que ver, por tanto, ni la Generalitat ni Artur Mas. La noticia dice lo contrario y ha originado un sinfín de comentarios pidiendo el boicot a volar en Vueling.

Se da la circunstancia de que el presidente de esta aerolínea es de los pocos empresarios catalanes que no ve bien la propuesta separatista de Artur Mas, aunque no haya sido tan rotundo en este sentido como su colega y buen amigo José Manuel Lara, presidente del Grupo Planeta. No tiene pies ni cabeza, por tanto, declarar el boicot a Vueling por una prebenda que no va a disfrutar y por el mero hecho de estar basada en El Prat.

La secesión catalana ha salpicado también, aunque de una manera más indirecta, pero igual de absurda, a Aena. Resulta que uno de sus proveedores de élite, el dueño de una empresa de informática en la que participa como socio muy minoritario Bill Gates, ha pedido públicamente que Cataluña se separe de España. Este empresario va lejos en su independentismo por cuanto considera que la marca España es de segunda.

La empresa en cuestión—lo de menos es su nombre comercial—presta a su vez servicios a otros organismos e instituciones de España, entre ellos el Tribunal Constitucional. Este vínculo es lo que ha llevado a resaltar al medio online la información, por otro lado nada sectaria. Lo cierto es que este empresario proveedor de Aena es muy duro y despectivo respecto a las empresas de nuestro país.

Hasta ahora, la guerra política suscitada por la secesión catalana no había tenido incidencia en el turismo, pero tarde o temprano tenía que llegar. Entrar en esta guerra no tiene sentido: nadie sale ganando. ¿Hay que pasar de puntillas como hace una cadena  catalana muy reconocida por su buen hacer hotelero en Cataluña, Madrid, archipiélagos y Caribe y  ha dado órdenes a sus directivos de no opinar al respecto? Igual sí.