Estos días ha tenido lugar el acto de hipocresía más flagrante de los hoteleros mallorquines, y no precisamente por parte de nativos, siempre criticados por los de fuera por no mojarse y dejar que las cosas caigan por su propio peso, sino por parte de personajes con mando en plaza que encima repudian el dejar hacer de los autóctonos, el “deixa-ho fer”.
Se trata de personajes que, por si fuera poco, han destacado hasta ahora por enfrentarse a los más poderosos con excepción del partido reinante, al que han apoyado incluso en asuntos muy polémicos en los que en el mundo hotelero no tiene arte ni parte. Gente a la que se suponía con criterio y valor pero que a la hora de la verdad ha quedado en naderías y simplezas.
Después de ser atacados de forma constante y vehemente, a veces incluso soez, por secundar la línea del Govern y por mantener una postura férrea ante sindicatos y oposición trasnochada, estos primeros actores del cartel hotelero mallorquín se han sumado con un botafumeiro repugnante a la fiesta de los que los han ninguneado con fuertes zurriagazos.
Sus antecesores en los cargos que desempeñan callaron de manera cobarde cuando los medios más extremistas arremetieron contra el colectivo hotelero con una serie de reportajes en la televisión isleña en la que los tachaba textualmente de esclavitas. Pero eran otros dirigentes a los que acabaron destronando precisamente por su actitud pusilánime y próxima a la izquierda extrema.
Ahora en el poder, están en misa y repicando, dando una de cal y otra de arena, escondiéndose cuando los atacan con campañas denigrantes y encima escriben loas empalagosas, halagos zafios, hacia los promotores de sus críticas, a los que no descansaron hasta derrotarlos, especialmente al líder que se iba a comer el mundo con una valentía que ha resultado de pitiminí.
Llaman referentes a los que van en contra de sus principios, a los que forman parte del engranaje de la fuerte maquinaria que lucha contra el mundo de la hotelería y el turismo, los mismos que aspiran a que dejen de venir a la Isla un millón menos de viajeros… Tremendo espectáculo de falta de señorío, de valentía. Hace 35 años no hubiera ocurrido esta desvergüenza.
Es un mensaje cifrado y con faltas gramaticales??