La ruina de los palacios de congresos

La cadena Meliá es la única ofertante al Palacio de Congresos de Palma. El resto de hoteleras no han querido saber nada de este centro. Hace años, todas las grandes lucharon entre sí por este proyecto estrella del anterior Gobierno. Un Ejecutivo al que le gustaba hacer todo de forma exorbitante.

¿Por qué Meliá se ha quedado sola en la licitación? Ni bajando los precios quisieron entrar las competidoras que estaban en un principio interesadas tras la marcha de Barceló Hoteles. Y no eran una o dos más, ni siquiera cadenas cualesquiera. Estamos hablando de Iberostar, AC, etc.

Que duda cabe que ahora, por la crisis, salen menos los números que cuando se pensó en perfilar este centro de congresos. Pero ya entonces unos expertos le dijeron al presidente Matas que se trataba de una inversión con poco sentido por la fuerte competencia y por su elevado coste.

A Matas le entró por un oído y le salió por otro, pese a los datos contundentes en contra que le entregaron gente desinteresada. El más alto mandatario quería gigantescos edificios públicos -también le encargó a Calatrava un Auditórium muy cerca de este palacio- además de autopistas y metros.

Eran momentos de euforia y ante la demanda y la lucha entre los grandes grupos por hacerse con el palacio y sobre todo con el hotel, Jaume Matas puso paz entre ellos al darle a cada uno participaciones en el proyecto. Hasta Globalia se encandiló a pesar del fracaso con el de Tenerife Sur.

Luego surgieron las diferencias entre unos competidores de alto copete y ego a raudales y como cadena hotelera sólo acabó Barceló Hoteles. Y más tarde, con la crisis haciendo ya estragos, Barceló cogió las de Villadiego y dijo adiós muy buenas. Hasta que el nuevo consistorio vino con las rebajas.

Meliá siempre ha sido el gran defensor del Palacio de Congresos de Palma. La cadena de los Escarrer tiene muchos intereses en este segmento y no podía dejar escapar una oportunidad como esta. La oferta de congresos e incentivos en Mallorca estará en sus manos y la ruina en la del erario público.