Máxima distinción merecida para un profesional que ha vivido desde la cuna el mundo del turismo. Una Medalla al Mérito Turístico que mola mucho, al igual que las otras concedidas. Pero ésta de Molas nos llena un poco más. Porque la de Joan es más próxima, más cercana.
Joan Molas se crió en un hotel de referencia de Barcelona, el Majestic. A la vera de su padre Eudaldo, un histórico del turismo catalán y español. Allí recibió sus primeras enseñanzas, que son las básicas y las más importantes. La plenitud de su carrera la alcanzó sin duda en H10.
En esta cadena llevó a cabo un trabajo imponente. El dinero lo puso Espelt, pero el conocimiento lo implementó Molas. H10 no sería lo que es sin Molas. Esto un dato objetivo. Y compartido por todos los que han vivido la historia hotelera en los últimos años. Eso nadie lo discute.
Joan Molas está considerado como uno de los primeros profesionales de la hotelería española. Para muchos, esa percepción alcanza una posición cimera. Conoce al dedillo las interioridades de los hoteles. Pero dónde siempre destacó fue en el campo comercial. Sus contratos hicieron historia.
Hoy preside la gran patronal hotelera. Hace tiempo que dejó de ser un sofista para hacer de la praxis su herramienta de trabajo. Molas tiene cintura y aúna a las a veces quisquillosas asociaciones de zonas integradas en Cehat. Esta patronal de patronales es un ejemplo de eficacia.
La medalla es justa. Como son las de los demás (enhorabuena, también, para Domenec). Pero está nos satisface, nos mola, porque Joan es componedor y siempre está ahí cuando los amigos lo requieren.
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