Baleares: una mentira piadosa

La directora general de Turismo de Baleares ha dado varias entrevistas a medios británicos con motivo de la WTM, la feria internacional que tiene lugar en Londres. Está bien, por supuesto. Y también está bien todo lo que dice que, naturalmente, es para consumo interno de los británicos.

Entre las cosas que les cuenta que en Baleares hay una especie de desesperación por la sostenibilidad y que este año se han empezado a recoger los primeros resultados de la lucha denodada que lleva a cabo toda la sociedad en contra del turismo de borrachera.

Digo que esto está bien, de la misma manera que KLM dice que es la aerolínea más sostenible o que un banco de no recuerdo ahora qué país dice que tiene sensibilidad por sus clientes. El marketing manda, aunque no resista a un análisis serio.

Porque, ¿no se habrá creído Baleares que los 'hooligans' de Magalluf, Sant Antoni o de Playa d'en Bossa no han venido por sus campañas? Vamos, sin que nos oiga nadie, supongo que tenemos presente que no vinieron porque el precio de los test de coronavirus que debían pagar antes de salir y antes de regresar y, finalmente, una vez en casa, eran tan elevados que no valía la pena porque no quedaba dinero para las cervezas.

En esta Europa que ha endiosado el alcohol y la droga como mecanismo para potenciar el ocio, creer que estas campañas en favor del turismo familiar tienen éxito es absurdo, por más que, lo admito, hay que decirlo como si fuera una verdad contrastada, para poder seguir vendiendo la burra. Son lo que se llama “mentiras piadosas”.