Dave Calhoun, el director general de Boeing, dijo que la compañía se daba hasta diciembre para decidir si retirar o no su avión B737Max 10 (Boeing admite que puede paralizar el B737Max 10).
Este no es un comentario casual, accidental, que sólo dice lo que se puede leer. No, este es un desafío al Congreso de Estados Unidos. Nada menos.
Tras los dos accidentes anteriores del B737Max, el Congreso restringió seriamente el tiempo que tiene la agencia estatal FAA para certificar un avión. La verdad es que no tiene mucho sentido exigir que haya un tiempo límite en la certificación, cuando lo único que tendría que haber son garantías absolutas de si el avión es seguro o no. Pero la política exige que el Congreso hiciera algo y esto es lo que acordó.
Cuando Calhoun dice que puede retirar el proyecto, está diciendo que podría conducir a Boeing a una situación extrema. Porque Boeing estaría así abandonando completamente en manos de Boeing todo un mercado, el del antiguo 757 ahora en manos del A321LR y el XLR.
¿Soportará el Congreso de los Estados Unidos que por su exigencia de limitar el tiempo para la certificación, Boeing, o sea la industria aeronáutica nacional, se quede sin este modelo de avión, que puede suponer una gran cuota en el mercado mundial?
Cualquiera que conozca la mentalidad mercantilista de la política americana comprenderá que no es nada fácil mantener las actuales disposiciones y probablemente, habrá cambios legales para permitir más plazo al Max10.
Porque Boeing estaría así abandonando completamente en manos de Boeing todo un mercado, el del antiguo 757 ahora en manos del A321LR y el XLR.
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