Da igual dónde, pero he leído una noticia en un periódico que es una muestra del interminable engaño en el que se ha convertido la ecología, la sostenibilidad y todo lo que le rodea.
La noticia dice “Diez destinos para viajar sin dejar huella ecológica”. Observen: “sin dejar huella ecológica”, que significa sin contaminar. Al menos digamos que contaminando menos.
Ya verán que el titular debería decir “Diez destinos en los que nuestra huella ecológica es más nefasta”.
Entro en la noticia o reportaje o lo que quiera que sea (más bien una mentira) y dice que “la innovación se une al respeto al medio ambiente en estos rincones catalogados entre los más ecológicos del planeta. De parques naturales a rutas en bici o urbes concebidas en verde, estas escapadas favorecen un impacto positivo”. “Estas escapadas favorecen un impacto positivo”. O sea, un turismo que beneficia al medio ambiente. Uy… Sospechoso.
Y a continuación, la lista de diez destinos, empezando por Costa Rica, El Hierro, Finlandia, Eslovenia y sucesivos.
¿Qué tienen estos lugares en común? Que están poco dañados por el hombre. Pero si usted viaja allí, sigue contaminando con su taxi al aeropuerto, su avión, su barco, su ducha en el hotel, su desayuno con vista al bosque, etcétera. Esto no tiene ningún efecto positivo. Nada.
Incluso más, tal como indicaba arriba, si usted viaja a Nueva York, el impacto puede ser menor porque no hay mucho en lo que impactar, pero El Hierro, la isla canaria, no puede soportar cualquier cantidad de visitantes sin que su entorno sufra.
Ya lo ven: por usar la palabra sostenibilidad que no quede.
La ecología no es ningún engaño, en todo caso lo será el periodismo de click bait o el greenwashing de la propaganda empresarial.
Utilizar el mito del buen salvaje de J.J. Rousseau como paradigma epítome del regreso a lo prístino a los origenes del neanderthal que implica una visión obtusa del Ecologismo puede resultar una tautología propia del farsante que muchos llevan dentro para justificar su actitud ante la vida y sus actos.