Tuve que alquilar un coche en un rent a car cercano a un aeropuerto inglés. Sus precios son excepcionales por lo barato y, lógicamente, los coches son nuevos, impecables. Pero la gran ventaja es que yo llegaba y partía en unos horarios en los que la mayor parte de la competencia está cerrada y, sin embargo, esta oficina sigue abierta.
Al llegar esta semana, noté en seguida que algo no era normal: tardaron una eternidad en contestar el teléfono. Y, en la oficina –por llamar de algún modo a aquel esperpento de local situado en un polígono industrial vecino al aeropuerto– el mismo chico que me había recogido en el aparcamiento era el que me hizo el contrato, me dio las llaves, y me entregó el coche. Digamos que el personal era escaso, casi inexistente. Al retorno, igual: todo era lamentable.
Uno puede comprender esto porque no es fácil irrumpir en un mercado copado por las compañías clásicas y tradicionales: si pones el personal necesario, pierdes dinero y si no lo pones, cuesta ofrecer un servicio correcto.
Pero no era de esto de lo que quería hablar, sino del cartel que han puesto en la oficina, con motivo del cambio de propiedad: dice que otra compañía de rent a car, a su vez propiedad de un banco, a su vez propiedad de una de los grandes fabricantes mundiales de coches, ha adquirido la vieja alquiladora de coches. Y el cartel, seguramente contratado con una empresa de publicidad, decía lo siguiente: “La vida pide un cambio, el futuro pide sostenibilidad. La transformación de ….. (el nombre de la antigua alquiladoras de coches)... acaba de empezar y se completará en los próximos meses. Le queremos dar la bienvenida a …(nombre de la nueva marca)...y a nuestra movilidad planetaria”.
O sea que aquellos chicos que trabajan en condiciones horribles son parte de ese futuro que nos pide “sostenibilidad”. Nada menos que la idea de un banco, propiedad de uno de los mayores fabricantes de coches, ha comprado la vieja compañía en bien del mundo, no para ganar más, no para mejorar los bonus de los directivos.
Francamente, es difícil usar la sostenibilidad del planeta con peores intenciones.
Bienvenido a la nueva esclavitud
Hombre, es que ahora todo ha de ser "sostenible", pero sin dejar de gastar el cada vez más escaso y caro de obtener petróleo y convertirlo en el cada vez más intenso y dañino calentamiento global para que millonarios y billonarios sigan aumentando sus fortunas mientras los inconvenientes de que se acabó lo que se daba recaen sobre proles, asalariados y otras gentecillas.
"Es que entre vuestro salario, vuestra salud o vuestra vida, y nuestros beneficios, pues ya se entiende lo que hay, ¿no?"
Nos rasgamos las vestiduras por la compra de un bebé, pero a la chacha latina que limpiará sus caquitas le hacemos un contrato de … ídem de lienzo, por menos hrs para aligerar carga fiscal y sin derechos laborales plenos. Porqué hay que prohibir la prostitución, un contrato laboral dónde se compra la carne trémula a precio de saldo entre las partes, pero de la Colonia Marconi porqué es denigrante para la mujer; no la del Villamagna o Eurobuilding, esa No. Todavía nos extraña que cueste más trabajo encontrar una chacha que atienda el hogar o le limpie la babilla al abuelo que una señorita de moral distraída.??? Sostén ibilidad.