Ahora, con dos años de retraso, está empezando a verse el verdadero impacto del Covid sobre el sector turístico. Nos aproximamos al momento del balance. Las víctimas más sacudidas empiezan a tener cara y ojos.
Los datos de los ERTE indican que un poco más de cien mil personas, cien mil trabajadores, fundamental pero no exclusivamente de las agencias de viajes y la turoperación, pueden definitivamente perder su empleo, tras dos años arrastrándose con unas ayudas del Gobierno.
El resto del turismo, mal que bien, con más o menos daños, parece que puede irse recuperando, pero no es el caso de la intermediación.
Todos, desde luego, han perdido durante este tiempo. Las aerolíneas, por ejemplo, volverán con sus cuentas muy dañadas. Pero volverán y probablemente no hayan perdido mucho empleo ni poder comercial. Algunas, por su estructura o por sus debilidades previas, lo habrán pasado peor, pero parece que el balance no será tan nefasto.
Los hoteles, que también tenían un panorama negativo, se están recuperando. La estructura empresarial no ha desaparecido, aunque miles de trabajadores perdieron dinero.
Sin embargo, la configuración de la intermediación tiene todo el aspecto de que cambiará, con más concentración en menos manos, más débiles en el conjunto del mercado.
Antes de este verano veremos la conformación final del panorama, lo que equivale a saber la magnitud de los daños. Será el parte de guerra.
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