Por muy europeos que sean, que los políticos decidan que mi agencia de viajes no me puede cobrar más que el veinticinco por ciento de anticipo sobre los viajes que voy a hacer el próximo verano, me parece absurdo. (Las agencias avisan: el límite a los anticipos afectará a los consumidores)
Absurdo porque todo ciudadano tiene suficiente criterio como para saber si esto le resulta aceptable o no.
Absurdo porque uno puede perfectamente no pagar ese dinero, quedarse a la espera del viaje propiamente dicho y abonarlo en el momento de partir.
Absurdo porque es evidente que la agencia de viajes tiene que pagar a sus proveedores, los cuales necesitan el dinero para asegurarse la operatividad de los servicios.
Comprendo perfectamente que todo esto tiene el problema de asegurar que, en caso de cancelación, el cliente recupere el dinero. Pero eso se puede resolver perfectamente con un seguro, cosa conocida desde hace siglos y aplicada en incontables oportunidades. Además, el problema del reembolso siempre persiste para el veinticinco por ciento anticipado.
Para mí, que un burócrata se meta en esto es una prueba de hasta dónde estamos llegando en la intromisión del poder político en el día a día del ciudadano. Recordemos, además, que este veinticinco por ciento no se puede pagar en efectivo si supera los tres mil euros, por ejemplo.
Es decir: la política va a terminar por decirnos hasta el último detalle de nuestro día a día.
Y observen qué interesante: en el mundo de los viajes, nadie jamás había protestado por estos anticipos. Los mismos anticipos que nos pide un concesionario de coches, el carpintero que nos va a hacer los muebles de cocina a medida o el fontanero que ha de comprar las piezas para un baño adicional que queramos poner en el fondo de casa.
En cambio, cada día tenemos que pagar el cien por ciento del precio del billete de cualquier avión que vayamos a tomar dentro de unos meses a unas aerolíneas que, salvo algunas excepciones, cuando hubo pandemia y se cancelaron los vuelos, no devolvieron el dinero de los clientes en tiempo y forma. Incluso algunas, jamás.
Algo falla con nuestra política, desde luego, si estas son las formas de actuar.
Totalmente de acuerdo en ser previsor y contratar "seguros de cancelación"
Pero.... con claras (clarísimas) condiciones para los viajeros.
No camuflar las condiciones, de manera que tan solo cubre con el fallecimiento y resto NO, por las muchas, muchas frases despistado.
En resumidas cuentas, la culpa del desgobierno es de los políticos que nos gobiernan, que gobiernan por encima de sus posibilidades y asfixian a sus gobernados con normas y regulaciones que exceden los usos sociales practicados hasta el momento.
Y cómo el ser humano es renuente a cambios, modificaciones, alteraciones de su condición de confort, bajo el lema indolente “si las cosas funcionan para qué cambiarlas”, cualquier modificación altera profundamente la psique del ciudadano gregario que por ende, se transforma en agresivo y poco dado a aceptar nuevas normas o modificaciones del status quo que debe ser eterno Per secula seculorum.
Cómo la Constitución, una virgen vestal e intocable que debe perdurar en el tiempo tal cual fue creada, con sus virtudes e imperfecciones, aciertos y errores, pero que deben permanecer imperecederos por los huevos morenos de los padres de la criatura y sus seguidores más ultramontanos. De aquellas pajas, estos lodos, 25%.??? Ni de coña.
Lo que es un absurdo completo es el comentario. Liberalismo del peor estilo, dejarlo todo al mercado, que ya sabemos como funciona.